Todo lo que vivimos durante la infancia impacta de alguna y otra forma en la adultez. En el caso de las personas que han sufrido bullying cuando niños, muchas veces queda una herida que condiciona sus relaciones cuando son adultos.
Claro que no para todo el mundo es la misma experiencia. De acuerdo a Kaltiala-Hein y colaboradores, en el caso del bullying y cómo afecta en el resto de la vida, influyen aspectos como el tipo de acoso, la intensidad del mismo, su duración y su persistencia,
Dentro de las consecuencias psicológicas se encuentran, por ejemplo, la ansiedad, menor autoestima, depresión y estrés. Al convertirse en adultos, haber vivido esta experiencia traumática puede dejar secuelas.
1. Impacto en la autoestima
Lo que vivimos durante la infancia (etapa en la que se configura la autoestima) impacta directamente en la percepción de nosotros mismos. Así, la autoestima sale perjudicada en la niñez pero también en la edad adulta. El resultado es que si hemos sido víctimas de bullying crecemos con sentimientos de ser poco válidos o poco importantes.
2. Desconfianza hacia los demás
Si un niño es maltratado, es posible que crezca pensando que las personas son malas. Esta distorsión cognitiva afecta su manera de relacionarse y percibir a los demás, o interpretar sus intenciones.
3. Inhibición social
Puede mostrar dificultades para vincularse e interactuar: se relacionan desde el miedo a resultar heridos de nuevo, el temor al rechazo y a la soledad. Es una vinculación débil e insegura, con dificultad para establecer vínculos profundos y seguros para ellos.
4. Dificultades sociales
Sufrir bullying en la infancia puede interferir también en las habilidades sociales, como relacionarse y hacer amigos, porque al encerrarse en sí mismo no vive las experiencias que las desarrollan, lo que puede presentarse como dificultades para relacionarse en la adultez.
5. Dificultad para poner límites
Cuando durante la infancia sufrimos bullying y no sabemos cómo detenerlo, no aprendemos a poner límites ni a defender lo que queremos, y resulta más difícil aprender cuando ya somos personas adultas.
Podemos sanar
Ser víctima de bullying es una experiencia traumática, y necesitamos abordarla como tal. Buscar apoyo social, familiar y terapéutico para abordar los temas que nos dañaron en la infancia y sanar las heridas que dejaron.
Este texto es una adaptación de Supermadre. El artículo original fue escrito por Laura Ruiz Mitjana para Bebés y más y lo encuentras aquí.
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