Escolares
Reggio Emilia: la tendencia en educación que llegó para quedarse
En tiempos que se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial los padres de la ciudad italiana de Reggio Emilia se vieron obligados a crear escuelas para sus hijos con lo poco y nada que los rodeaba, porque las batallas no habían dejado nada a su alrededor.
Fue así como en 1945, cuando comenzaron a construir escuelas que fueran el segundo hogar para sus hijos, Loris Malaguzzi fundó esta tendencia educativa, que hoy hemos podido encontrar en varias ciudades de nuestro país. ¿De qué se trata esta metodología? ¿En qué se diferencia de sistemas como Montessori?
Para conocer más sobre esta metodología, conversamos con Claudia González, educadora de párvulos y mediadora familiar, dueña y directora del jardín infantil Verbena de Puerto Varas, donde su sistema educativo se inspira en la filosofía Reggio Emilia.
Metodología Reggio Emilia
La especialista dice que la metodología Reggio Emilia es una inspiración y que cada jardín puede ser distinto porque es una comunidad diferente. “Lo que nosotros rescatamos es que los niños sean escuchados en el trabajo diario. Nosotros mediamos el aprendizaje, a ellos no les entregamos una planificación diaria de lo que queremos que aprendan. El niño es el constructor del aprendizaje”.
Y explica con un ejemplo, que “si un grupo de niños quiere aprender de los sapos y otro grupo de las mariposas, entonces ahí los niños hacen votación interna y eligen uno”.
Las diferencias de Reggio Emilia con la educación Montessori
La directora nos explica que la sala de clases es blanca y tiene aplicaciones de madera, porque el lugar tiene que ser lo más sencillo posible, ya que se va decorando con las creaciones hechas por los mismos niños, quienes van cambiando constantemente su entorno.
“Por eso se habla que lo que los rodea es su tercer maestro, lo que ellos van creando”, explica González.
Por otro lado, en cuanto a las diferencias con la tendencia Montessori, la directora explica que en esta última “se trabaja con rincones de aprendizaje y los niños van al rincón que ellos deseen ir y el material es distinto al de nosotros, porque en nuestro caso los niños utilizan el material como ellos quieran”.
“Nosotros partimos nuestras clases con un saludo, una conversación, pero damos la libertad a los niños lo que quieran conversar, que diga cómo llega esa mañana, no hay un orden rutinario claro. Después tenemos dos actividades, porque no significa que no hayas planificado tu día”, precisa.
En tanto, relata que en su jardín no tiene más de 15 niños en la sala de clases, más la educadora de párvulos y la técnico en párvulos.
Evaluaciones
“Nosotros evaluamos de una manera distinta y trabajamos con evidencia, grabamos mucho y sacamos fotografía de todas las actividades, las proyectamos con los alumnos y vamos recordando lo que aprendimos”, explica la educadora.
Al consultarle sobre el motivo de por qué se le conoce como la pedagogía del asombro, González nos dice que esto se debe a que “le damos la opción al niño que se asombren con lo que van descubriendo, todo el rato están descubriendo cosas nuevas”.
“Los niños quieren más y hay que escucharlos”, sentencia Claudia González.
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