Hijos
“Péguele, así este cabro aprende”: ¿Qué enseñamos cuando lo hacemos con violencia?
Cuando eres profesora logras entender la realidad social de primera fuente, dentro de la sala de clases tenemos un sinfín de niños y niñas, distintas realidades, distintas familias, distintos métodos y creencias de crianza.
Dentro de mis 10 años de experiencia trabajando en colegio, he visto de todo, pero siempre se repite la poca motivación frente al aprendizaje y ante esta “desmotivación” existe esta tan malograda frase de parte de sus padres o apoderados.
“Tía, pégele un grito no más, dele un coscacho, así este cabro aprende”. Ante esta situación me quedan dos opciones, dejarlo pasar o re-educar a los padre. Lamentablemente esto muchas veces se da en contextos de vulnerabilidad social. Así que, en mi rol de educadora, decido intervenir. Esto no es normal, muchas veces madres más jóvenes que yo, normalizan estas situaciones, estos actos violentos, debo explicar que bajo ningún contexto golpearía a sus hijos, porque son personas que merecen todo mi respeto.
Cuando inicio mi charla con los padres tienen dos tipos de sentimientos, pena, por que se dan cuenta que todo lo que vivieron ellos, lo repiten también con sus hijos. Estos intentan cambiar, se dan cuenta de su error y logran darse cuenta que ellos, muchas veces, también vivieron estas situaciones de violencia.
También existen aquellos padres que sienten enojo, lamentablemente, se defienden, son violentos al responder y que piensan que los niños son de su total propiedad, y por lo tanto, a nadie más que ellos les corresponden los temas de crianza. Entonces comprendes el actuar que tienen sus hijos.
¿Qué enseñamos cuando lo hacemos con violencia?
1. Que los sentimientos negativos de los niños y niñas están prohibidos.
Muchos padres ante cualquier enfado de su hijo o hija reaccionan violentamente, les gritan, ocupan el recurso del “time out”, no los dejan sentir, no los dejan vivir ese sentimiento ¿por qué está mal que se frustre? ¿por qué está mal que se enoje? ¿por qué está mal que se ponga triste? Muchas familias minimizan los sentimientos de los niños y niñas, haciéndolos sentir menos importantes, como si en vez de personas, fueran mini personas que tienen permitido ser perfectos y crear las menos molestias posibles a sus padres, profesores y su entorno en general. Cuando uno los ve desenvolverse dentro de la sala de clase, suelen ser dos tipos de personas: aquel que cree ser siempre una molestia, que es tímido y con muy baja autoestima o aquel que va al colegio a descargar toda su rabia, es disruptivo, grita, golpea cuadernos y a veces hasta a sus propios compañeros.
Los he visto, mi primera reacción es tomarle el hombro, hablarle mirándolo a los ojos con un tono suave, que sepa que estoy ahí para entenderlo, que estoy ahí para comprenderlo, hacer eso, que tristemente sus padres no hacen.
2. Que el error no está permitido, que esta mal equivocarse.
En educación, cuando no hay error no hay aprendizaje, es absolutamente necesario que para generar un aprendizaje de calidad se me presente una situación de desafío. Cuántas veces has visto padres enojarse con sus hijos al momento de estudiar o quizás hasta tu misma lo viviste, ¿cómo lograste aprender las tablas de multiplicar o aquella frase de una disertación que aún te sabes de memoria? De hecho, hasta hace poco, había un sketch cómico de una madre y su hijo estudiando, ella muy poco tolerante frente a los errores de su hijo, le gritaba, golpeaba cuadernos, se sacaba la sandalia y lo amenazaba constantemente.
Frente a esto, debo contarte que en la educación está permitido el error, sólo en base al error se puede generar una reflexión y luego aprender. Cuando el niño o niña hace suyo el aprendizaje, éste logra ser de calidad. Si tu hija o hijo se equivoca, llévalo a una reflexión, ¿por qué no resultó? ¿cómo podemos hacerlo nuevamente? Podrás ver que logrará aprender mejor, no de memoria, no como un robot, además tendrá más voluntad frente al estudio. Qué tipo de motivación o cariño al estudio va a tener ese niño, si cada vez que estudia y se equivoca recibe un castigo o un golpe.
3. Que si me equivoco no tengo a quien acudir.
He visto muchos niños que angustiados, lloran porque se enfrentan a un problema, no pueden pensar más que en el castigo, el grito, el coscacho o el zamarreo que les darán cuando sucede algo tan simple como, perder alguno de sus útiles escolares. Cuando te hablo de angustia, es esa real, llorando porque perdieron una regla, un lápiz que recién habían comprado, lloran porque tuvieron menos de un 6.0 en la prueba. Imagínate, si logra angustiarse frente a un problema tan pequeño para nosotros, qué nivel de angustia tendrá cuando tenga un problema mayor, a quién acudirá si la persona en la que más debe confiar la o lo esperará con un grito o un castigo. A quién le regalarás la oportunidad de tener la total confianza de tus hijos.
4. Que no debo tener pensamiento crítico
Si cada vez que un niño piense y actúe diferente a nosotros se le golpea, entonces le enseñamos que su mirada, su reflexión y su forma de pensar están mal, cómo queremos cambiar el mundo y la sociedad si castigamos al que tiene otra mirada y otro pensamiento, si al niño que nos crítica le gritamos, lo callamos y minimizamos su punto de vista. Pero por qué nos molesta tanto un niño “porfiado” que vaya en contra de las reglas, que critique los límites establecidos, por qué le tenemos tanto miedo a la desobediencia. Mi reflexión es que nos gusta el status quo y cualquier situación que se nos salga de control o que nos quiebre esta “paz” entonces debe ser derrocada por la autoridad, pero qué lideres del mañana estamos formando, cómo soñamos entonces cambiar el mundo. Confía en los valores que les has entregado a tus hijos, confía en lo que les has enseñado, la desobediencia no es sinónimo de maldad.
5. Que la única forma de resolver conflictos es a través de la violencia.
Muchas de las veces los niños, niñas o adolescentes tienen problemas o crean situaciones problemáticas. Los padres frente a este problema que surgió, no importan su grado de relevancia, lo resuelven golpeándolos, castigándolos, gritándoles hasta humillándolos, qué herramientas adquieren los niños y niñas si ven que cada problema que se presenta puede ser resuelto con un golpe, entonces ante este escenario, aquel niño o niña que golpea a su compañero o incluso a su profesor está sólo imitando lo que hacen con él o con ella en casa, está tratando de resolver sus problemas con violencia, sea esta verbal o física. Así sacamos la ley del aula segura, donde cada situación de violencia que ocurra dentro del establecimiento pueda ser causa de una expulsión, sin la oportunidad de contención de comprensión por parte de los equipos de psicosocial que deben existir en cada colegio, la violencia no genera más que más violencia.
6. Que no sirve de nada argumentar.
¿Qué recurso existe después del golpe, qué más lejos puedes llegar si se golpea a un niño? Enséñales a tus hijos a argumentar, no tengas miedo a la contra argumentación o a repetir mil veces los mismos argumentos. Es sano tener límites, pero es necesario también que estos tengan una razón de ser y no que su no “alineación” con los límites sea sólo un golpe o un castigo o un tan mal ocupado: “porque sí, porque yo soy tu mamá”. Es muy común observar en las pruebas justificar una respuesta, y si en casa no se justifican algunas cosas con argumentos consistentes, no nos sorprendamos cuando un niño o una niña responda con un no sé, porque nadie le ha enseñado la importancia de justificar una respuesta.
Entonces, frente a todo lo antes señalado y no importando de que lado seas, cuando un líder de un país, que busca asimilarse con otros de la OCDE, dice la desafortunada frase de que “con una patada en el traste se arreglaba todo”, no sólo comete un error frente a ese niño o niña, no sólo lo desprotege a él o a ella, si no que todos los avances que hemos tenido como sociedad en el ámbito de la educación sobre la crianza respetuosa se van a la basura. Nos pasa a llevar a todos quienes pensamos que la violencia bajo ningún punto está permitida como método de crianza o educación, no sólo es una patada, es todo lo antes señalado. Retrocedes en muchos sentidos, estás permitiendo que el círculo de la violencia se repita una y otra vez, solamente porque alguien normalizó que una patada, una cachetada o una palmada “bien dada” arregla todos los males de una sociedad.
Claudia Calderón Contreras
Madre de 2 pequeños
Profesora de Inglés
Psicopedagoga
@happymomma_cl
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