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Mamitis: lo que de verdad significa
La Real Academia Española acaba de incluir en el diccionario el término “mamitis”, lo que define como “apego excesivo de un niño a su madre”. Pero esto es un grave error, porque la verdad es que, si hablamos de bebés o niños pequeños, tener “mamitis” no solo es normal, sino que es lo deseable.
¿Cómo va a ser lo deseable que dependa tanto de su madre?
Lo deseable es que todo niño y toda niña tenga un vínculo sólido y firme con la madre, que puede ser también con el padre o con otro adulto. Este vínculo será con una u otra persona según sea quien le haya cuidado durante más tiempo, aunque dicen las cifras que en el 93% de las ocasiones, la cuidadora principal es la madre.
Por eso se suele hablar de “mamitis” y no de “papitis” ni “abuelitis”, aunque el concepto sería el mismo: es muy positivo que los bebés tengan una de estas “adultitis” con una persona en concreto, porque esa relación de apego es la que le ayuda, en realidad, a ser más independiente.
Para ser independiente, hay que ser primero dependiente
Un niño pequeño sabe muchas cosas, pero desconoce la mayoría y, en realidad, las más importantes. Aún tiene que aprenderlas porque alguien se las enseñe, o aprenderlas por sí mismo, y es mucho más fácil para ellos hacerlo al lado de quien se las puede enseñar, que en la soledad de la exploración.
En ese proceso, necesitan tener al lado a las personas en quien más confía para que le den la seguridad necesaria para poder afrontar los aprendizajes desde la confianza y no desde el miedo.
Así, en contacto con las personas que le cuidan, puede fijarse, puede imitar y puede así aprender para, poco a poco, hacerse cada vez más independiente, desde la dependencia.
Si un bebé o niño no quisiera estar con su madre o su padre todo el día, ¡qué poco aprendería de ellos! (y qué difícil tendría la adaptación a la sociedad, porque en realidad aprendería muy pocas cosas).
Por qué un vínculo sólido ayuda a los niños a desarrollarse mejor
Los bebés y niños necesitan vivir en un ambiente cariñoso y confortable, con padres atentos y dispuestos a reaccionar ante sus demandas, para que su máxima preocupación sea crecer, desarrollarse y aprender.
Si la respuesta de su cuidador principal (normalmente la madre) no es adecuada: a veces responde a las demandas, a veces lo deja llorar, a veces lo atiende pero sin dar muestras de afecto, a veces simplemente no está… el bebé puede perder el control de la situación y no llegar a crear un vínculo adecuado con la madre, por no saber bien cómo conseguir lo que necesita, que ella esté por él (repito que digo madre por ser la que se convierte con mayor frecuencia en la referente principal del bebé), y puede empezar a mostrar rasgos de una relación de apego inseguro.
El apego seguro, que es lo deseable, lo definimos como una relación en que el bebé se siente querido, seguro y con confianza, y desde ahí se atreve a aprender y explorar, porque sabe que tiene una red de seguridad, que es su madre (en caso de que algo vaya mal y se haga daño, en caso de que tenga miedo, en caso de que se sienta solo, sabe que llorando obtiene sus cuidados, su atención y su cariño).
El apego inseguro, en consecuencia, es la relación en la que el bebé o niño no tiene claro que su referente vaya a responder correctamente a sus necesidades. En esa situación, puede no atreverse a intentar aprender algo por propia iniciativa (“como no sé si mi madre me va a ayudar en caso de tener problemas, prefiero no intentarlo”), a hacerse cada vez más dependiente (y no menos), e incluso a seguir a la madre allí donde vaya desde el temor y la ansiedad de creer que estando solo, corre peligro.
Pero si sigue a mamá, ¿no es “mamitis”?
Un niño que desde pequeñito sigue a mamá, y que poco a poco la va necesitando cada vez menos, pero que la busca en situaciones no cotidianas (hay gente desconocida, mucho ruido, situaciones nuevas que no comprende), hace algo totalmente lógico: hacerse independiente en los momentos en que se siente seguro, y buscar la fuente de seguridad (mamá) en los momentos en que se siente inseguro. Esto no es “mamitis”, esto es tener un vínculo sólido y deseable.
Un niño que, en cambio, la sigue necesitando mucho incluso en situaciones cotidianas y que, como hemos dicho, la sigue en todo momento para estar a su lado, sin sentirse capaz de explorar o jugar sin separarse, puede estar mostrando un apego inseguro, y habría que preguntarse si las respuestas de la madre a sus demandas son las que el niño necesita.
En resumen: la “mamitis” no es algo malo, y si para alguien supone un problema, la solución está clara, aumentar la dosis de mamá, para que se haga cada vez más autónomo e independiente.
Este texto es un extracto de Supermadre, el artículo completo lo escribió Armando Bastida para Bebés y Más y lo puedes encontrar aquí.
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