Alimentación
Alimentación saludable: cuatro claves para hacer un cambio de hábitos
¿Dieta Equilibrada? ¿Alimentación Saludable? ¿Por dónde parto haciendo el cambio? Basta con digitar en un buscador “Dieta equilibrada”, para encontrarse con casi 25 millones de respuestas. Peor es si digitamos “Alimentación Saludable” aparecen 107 millones de resultados más. El problema es que muchos de estos resultados nos llevan a confundirnos tanto, que terminamos creyendo en lo primero que vemos, haciéndole un flaco favor a nuestra salud.
Por esto, lo primero que debemos saber es que una dieta equilibrada o alimentarse saludablemente, teóricamente se sustenta en que cada persona requiere un aporte de macro y micronutrientes para cubrir las demandas energéticas para mantener su salud.
¿Qué es una dieta equilibrada?
Para saber qué es una ingesta adecuada de nutrientes, debemos someternos a un nutricionista que calcule un aporte de calorías, proteínas, grasas y carbohidratos en función de la edad, el sexo, el estado nutricional, de salud y la actividad física y/o laboral que desarrolla la persona, para así evitar malnutrición por exceso o por déficit y llevar un mejor control metabólico.
Erróneamente muchos creen que una dieta equilibrada tiene que ver con poder comer de todo, o como se dice habitualmente, “comer con moderación”. Por otro lado, se cree que alimentarse saludablemente es comer solo verduras y frutas, o peor aún, adquirir los productos gourmet de moda, que se publicitan como superalimentos.
Lo cierto es que finalmente nos dejamos llevar por la subjetividad, es decir, total y plena libre elección dentro de todo lo disponible en el mercado. Así es como quedamos a completa merced de la industria alimentaria y sus etiquetados light, diet, zero, entre otros.
Claves para tener una alimentación sana
Hoy te animamos a replantear tu alimentación y la de toda tu familia, de una manera fácil:
1. En los productos elaborados: ¡Lee los ingredientes, aunque sea con lupa!
Los ingredientes se escriben en orden de mayor a menor cantidad contenida en el producto alimentario. Si hay algunos que te cuesta leer, pronunciar o ni te imaginas de donde proviene, déjalo y busca otro producto donde comprendas sencillamente lo que contiene. Acá también aplica la regla “menos es más”, a menor cantidad de ingredientes más saludable es lo que estas comprando.
2. No caigas en la compra de ese super producto alimentario que está de moda y que nos asegura ser hipersaludables e inmortales.
Seguramente después de que lo veas en TV o en redes sociales, el precio de ese producto subirá y se hará más difícil encontrarlo. Parte de la base que tienes un sinfín de alimentos reales que sí protegen tu salud, porque nutren de manera adecuada con un consumo normal y periódico.
3. ¡Que no te engañen con frases de marketing y publicidad!
Suena parecido al punto dos, pero no lo es. Hay muchos productos que le damos a nuestra familia porque creemos que, por ejemplo, son integrales o libres de azúcar añadida, ¡STOP! Devuélvete al paso uno. Si es integral debe decir que contiene al menos un 70 % de grano entero de trigo.
En cuanto a los azúcares, más adelante aprenderemos a identificar todas sus formas y nombres, pero en rigor los lactantes menores de dos años no deberían recibir azúcar de ningún tipo y los niños sólo de forma muy ocasional; además aún no hay evidencia científica suficiente para que los niños menores de 5 años consuman endulzantes o edulcorantes artificiales.
4. ¡Elabora comidas y colaciones partiendo de comida real!
Es cierto, el tiempo apremia, pero ¿sabes? Hay cosas muy rápidas, fáciles, ricas y sanas que puedes elaborar con ingredientes reales. ¡Sí! Esas cosas que tu cerebro identifica por su nombre como único ingrediente, lentejas, arroz, manzana, pasas, leche, etc. También puedes apoyarte en aquellos que tienen mínimo o bajo procesamiento (que no cambia, añade, modifica ni altera el alimento principal en sí mismo). Parte desde ahí, sólo de esa forma aseguras realmente nutrirte y nutrir a los tuyos.
Te invito a que más que ir sumando calorías por aquí y por allá -que si importan y sus adecuaciones deben ser realizadas por un profesional de salud- partas por lo principal y cocines pensando en cómo lo hacía tu abuela o tu bisabuela. Sin caldos concentrados, sin sal o azúcar de Tombuctú, sin endulzantes, sin salchichas ni nuggets, sin productos mágicos o listos para calentar y comer, pero con ese amor único por alimentarlos a todos de la mejor manera posible.
La comida artificial y poco saludable, junto con su potente publicidad ha modificado nuestras conductas de consumo, nuestra cultura, nuestro comportamiento humano y social y nuestra gastronomía, incluso altera las finanzas familiares.
Comer comida sana realmente no es más costoso económicamente, tal vez podría ocuparte algo más de tiempo, pero ese tiempo es la mejor inversión hoy si comprendemos que la comida es amor y a su vez la salud de mañana.
Nataly Stephanie Gutiérrez Herrera
Nutricionista
Presidenta de Fundación Ruta Saludable
IG @taly_nut y @rutasaludable.cl
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