No sé si hay algo que estrese más que la llegada de marzo. Es tan apacible el periodo estival: las vacaciones, los días sin correr tras el reloj, el compartir en familia, vivir como queremos. Entonces viene marzo y nos obliga a gastar, a ajustarnos a los horarios, a volver al trabajo y a llevar a los niños al jardín. Una locura a la que pocas sobrevivimos sin llorar al final del día.
Los niños también se estresan, uno cree que no, pero todo el revuelo del entorno les afecta y también resienten el cambio de hábitat. De cercanía de mamá a cuidados en casa o en le jardín. De pasar a horas de juego con los hermanos a horas arriba del auto. La mía más chica se agarró dos virus en menos de 15 días, porque obvio que los desajustes emocionales te hacen sentir más vulnerable y te bajan las defensas. Menos endorfinas en el cuerpo, menos energía y muchas veces sinónimo de enfermedad.
Como les decía, la Jacinta se agarró un rotavirus: con diarrea heavy y estando vacunada para el virus ese, luego saliendo del cuadro viral 1 y del uso de 10 pañales al día, se agarró un virus respiratorio: laringitis. Todo esto detuvo mis vacaciones, mi viaje organizado al final de éstas se fue al tacho de la basura y mis salidas por Puerto Varas se redujeron a idas al baño a cambiar el pañal a la chazi.
Es super importante esto de los lugares comunes y de lo que hace sentir a los niños como en casa. Muchas veces los lugares calentitos, la pieza de los papás, los olores familiares, el sabor de la comida, hacen que nuestros niños estén tranquilos en medio de la vorágine. Yo me doy cuenta: se puede caer el mundo pero si la Jacinta, de un año, está sobre mí o tomando pechuga… se puede despedazar todo y ella feliz. Cerca del cuerpo de su madre un niño puede sobrevivir a todo.
Cuando estaba enferma de la guata, por ejemplo, no aceptaba comida alguna, solo agua y el colado Naturnes. No quería comida de grande, se comía a cucharadas el colado y el postre Naturnes, agradezco que Nestlé haya pensado en los exigentes paladares y necesidades de los niños. Porque ahora los colados no tienen sodio, ni preservares, no tienen azúcar añadida y la fruta de los postres es orgánica. Todo sabe tan rico y es tan sano, que cuando no quiero cocinar hasta yo misma me como un picado. Me ayudó tanto con el rotavirus, porque sabía que a pesar de comer poco, comía lo mejor. Y darle agua para evitar deshidratación también es sumamente importante. La metía al baño y jugábamos a tomar agua con la regadera. También nos ayudó demasiado.
Agradecí la existencia de pañales desechables, a pesar de lo que hablamos siempre: evitar contaminar y mil cosas. De verdad que con la piel sensible de la jacinta y más aún con rotavirus, soy consciente en no contaminar con otros ítems: apagar la luz, duchas cortas, no bolsas. reciclar la basura y llevarla a puntos limpios. Hasta este cotizando compone pero en verdad, los pañales desechables y yo: somos uno en marzo.
El resfrío es más controlable, abrazos y cariños ayudan. Mi marido médico también. Pero le doy todos los créditos a mi hija mayor que es demasiado alegre, positiva, power, buena hermana. De verdad que con ella todo se hace más fácil y es que cuando estamos bien acompañadas, queremos y cuidamos a los nuestros, entonces marzo se hace más blandito y tierno ¿o NO?
Las dejo invitadas a un Facebooklive mañana 14 de marzo a las 16.00 a ver si hablamos de marzo y sus impensados
¿Me acompañan?
Vari