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Vivir con Sindrome de Down: todos somos diferentes

Todos los niños son diferentes, todos deberían ser criados individualmente y siguiendo sus propios ritmos, sus propias necesidades, pulsos y gestos.  Todos los niños tienen habilidades distintas, todos los niños tienen necesidades especiales e incluso: todos los niños aprenden de manera diferente según su estructura.

A pesar que la diferencia es parte de la vida, a pesar de encontrarnos con distintos colores, fisonomías, gestos, etc. Vivimos sobre la ilusión que la normalidad existe, de esa manera nos amoldamos, nos metemos en estructuras que nos dejan preso, nos limitamos, nos dañamos, perdemos la posibilidad de explotar nuestras cualidades al máximo.

Todos los niños deberíamos ser tratados como únicos y, de ser así, no necesitaríamos un día para hablar de Síndrome de Down, porque hay un matiz distinto en cada niño y los hay también en cada niño con Síndrome de Down.

Nuestro aporte a la vida de nuestros niños debería ser enseñarles acerca de su propia diferencia, respetar esta propia diferencia para que extrapole el respeto hacia los demás. De esa manera no hablaríamos de tolerancia, hablaríamos solo de respeto. Los prejuicios, las inseguridades, la ignorancia no dejan ver la realidad tal cual es.

Cuando nace un niño con Síndrome de Down la familia suele no saber que la guagua viene con esta condición genética, se enteran en el parto en el 90% de los casos y eso suele llenarlas de dudas.

El desconocimiento asusta. Debemos trabajar día a día para que si nuestros niños, cuando se conviertan en padres, tienen un hijo con Sindrome de Down, no tengan miedo. No lo tengan porque tuvieron un compañero, un familiar, un amigo, un conocido y siempre lo miraron como par. La inclusión nos protege a todos: a todos porque somos diferentes, a todos porque nos hace parte y a todos porque nos hace conscientes y conocedores de los matices.

La mirada hacia el Síndrome de Down ha ido cambiando, cuando éramos chicos se hablaba poco del tema, hoy vemos que poco  a poco se abre esta sensación negativista, llena de prejuicios de antaño. Porque todos los niños son capaces de romperlos. Todos son valientes, esforzados, optimistas en esencia. Cuidemos la esencia de los niños.

Les dejo un video protagonizado por Fatima, ella tiene 5 años y su mamá cuenta en el lo que desea para ella. No dista de lo que deseamos cada una para su hija: vivir en un Chile distinto al que nos tocó a nosotras, moverse en un entorno que la respete y la quiera, trabajar con un sueldo digno, cumplir sus sueños, enamorarse.

Todas las mamás deseamos lo mismo para nuestras hijas e hijos porque todos nuestros hijos son igualmente diferentes.

Un abrazo en este día, para que hablemos de las diferencias, nos saquemos el disfraz. Un abrazo especia para aquellas mamás que vivimos la inclusión día a día como bandera de lucha.

 

Todas somos supermadres

 

 

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