Vivimos en un lugar muy especial en el cual manifestamos preocuparnos de la salud pública de una manera que cuesta entender: Sin ir más lejos, existe siempre en la población un gran temor a contraer el virus de la rabia, sin embargo no le tenemos miedo a otras enfermedades mucho más frecuentes y graves como la meningitis, neumococo, tétanos , coqueluche, entre otros. Por suerte contamos con vacunas que nos protegen, desde pequeños, a contraer ciertas enfermedades (no sólo por proteger individualmente sino que por inmunizar a un grupo importante lo cual nos mantiene a salvo como comunidad)
Por ley en Chile estamos obligados a vacunar a nuestras mascotas contra la rabia (Reglamento de prevencion de la rabia en el hombre y en los animales del Ministerio de Salud), vacuna que se debe administrar a los 2 meses de vida de nuestra mascota, con una segunda dosis al cumplir 1 año de vida (que además requiere un refuerzo periódico, que habitualmente es 1 vez por año). Por otro lado debemos tener el calendario de vacunación de nuestro cachorro a mano, para certificar que somos responsables en su tenencia y cumplir con la ley.
Gracias a estas medidas y las de prevención post mordedura que los casos de rabia son excepcionales.
Sin embargo y curiosamente, no hay ninguna ley que nos oblique a vacunar a nuestros hijos, por lo tanto y finalmente los padres son los que en estos momentos tienen la decisión sobre los tratamientos y/o procedimientos que se realizan con sus hijos. Es por eso que hoy en día muchos niños no están recibiendo las vacunas, que gratuitamente, están a disposición de todos los niños de nuestro país. Gracias a estas vacunas es que los niños de nuestro país gozan de mejor salud que la que tuvieron nuestros padres.
Por ejemplo, no conozco a ningún médico joven en Chile que haya visto un caso de difteria (enfermedad para la cual se administra vacuna y que hace pocos días ha cobrado una víctima debido a la ausencia de la administración de la vacuna). Esta enfermedad en la década de los 50 tenía una mortalidad de un 50% en los pre-escolares y dejaba a los enfermos grandes secuelas cardíacas, neurológicas y renales. Su letalidad es mayor que la meningitis.
El dejar de vacunar a los niños hace que enfermedades como ésta vuelvan a azotar a los pequeños (y a nosotros los adultos también).
Si tus hijos te importan tanto ¿Porqué vacunas a tu mascota pero no vacunas a tu hijo?
Dr. Juan Eduardo Donoso
Especialista en Medicina de Urgencias.
PD: Si tu tema son las vacunas para los niños por los supuestos efectos colaterales, me gustaría que supieras que el 19 de Junio pasado, se suicidó el Dr. Jeff Bradstreet, hombre que inició las campañas antivacunas. Él las culpaba del autismo de su hijo (condición que sabemos que NO es producida por el uso de vacunas).
No sólo cayó en descrédito porque nunca se logró demostrar que lo que publicaba en sus estudios era cierto, sino que también le hizo un gran daño a la humanidad.