Enfrentarse a una mujer embarazada que toma y/o fuma es realmente chocante. ¿Por qué? Simple. Sabemos o intuimos el daño que estas acciones pueden generar en cualquier persona por lo que imaginar que esos efectos están afectando a un ser que está en un proceso de formación es realmente preocupante.
A lo anterior, se suman cifras que avalan esta perjudicial realidad. De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud y Senda, la mujer chilena fuma un promedio de 8,9 cigarros diarios y consume 1,83 tragos mensuales. La edad de inicio de ambos vicios se sitúa entre los 13 y 15 años y según el último informe Tabaco World Atlas 2012, este tramo etáreo es el más fumador a nivel mundial.
El panorama es muy preocupante, especialmente si se considera que el 37% de las mujeres del país fuman y -al ser un vicio adquirido de muy temprana edad- su erradicación es más difícil.
Por ello, crear conciencia de los peligros que estos vicios producen en el feto es fundamental:
Tabaco
La placenta, al tener paredes permeables, permite el ingreso de la nicótica y del dióxido de carbono, produciendo espasmos en los vasos sanguíneos del gestante, así como también alteraciones cardíacas.
Las consecuencias dependerán del mes de embarazo. Durante el primer trimestre, se podría producir un aborto espontáneo, mientras que en el segundo, el riesgo de parto prematuro, además del desprendimiento de placenta, niños de bajo peso al nacer, mortalidad perinatal y muerte súbita neonatal, entre otros. Y si bien puede que nada de esto ocurra, ese niño podría presentar patologías a largo plazo como asma, diabetes, obesidad o deficiencias en el crecimiento físico e intelectual.
Alcohol
Para que éste afecte al feto, debe existir un consumo elevado y permanente. En este caso, es probable que ese recién nacido presente el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), enfermedad irreversible que involucra serios problemas físicos y psicológicos. Dentro de los primeros, podría presentarse dificultad de habla, de audición, mala coordinación, escasa separación de la nariz y la boca (filtro corto), ojos muy pequeños (microoftalmia) y dismorfia facial entre otras. En tanto, los segundos podrían ser retraso mental, dificultad para establecer relaciones personales en la adultez y tener comportamiento excesivamente impulsivo.
Por todo lo anterior, el llamado para ambos padres es mantener una vida sana, que proteja al menor, y en caso de presentar adicciones muy profundas, solicitar ayuda a las entidades pertinentes pues el descontrol en este caso, puede determinar la vida o la muerte del hijo que está por nacer.
Equipo Supermadre