¿Qué es el Síndrome de Down?
El Síndrome de Down (SD) es la anomalía cromosómica más frecuente y ocurre por la presencia de tres cromosomas 21 en vez de dos. Se presenta en uno de cada 600 a 700 nacimientos y afecta a hombres y mujeres por igual. En Chile nacen más niños con SD que lo reportado en la literatura internacional, con una prevalencia al nacimiento de 3,36 por mil, según los registros de hospitales asociados.
La esperanza de vida promedio de una persona con SD ha aumentado significativamente en el último siglo. En 1929, se esperaba que los bebés vivieran sólo hasta los nueve años. Hoy, la esperanza de vida es de 60 años. Este aumento se atribuye a los avances en la tecnología incluyendo la cirugía cardiaca, manejo general de la salud y el estudio de los beneficios del ejercicio a temprana edad.
Una de las afecciones más importantes, es el desarrollo motor de un bebé con SD, es por esto que la ATENCIÓN y/o ESTIMULACIÓN TEMPRANA, que se entiende como el conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil y su familia, en los primeros seis años de vida. Su objetivo es dar respuesta precoz a las necesidades que requieran los niños y niñas que presentan este trastorno cromosomático.
La estimulación temprana, se ha demostrado que es fundamental para la mejoría de sus entradas sensoriales (visión, tacto, audición, gusto, olfato), como el sistema neuromotor del recién nacido, así otorgaremos un contexto óptimo dadas las características propias del aprendizaje y proporcionar el apoyo emocional necesario a los cuidadores principales y familia.
El SD no tiene grados, es por esto que todos los que la padecen parten de la misma base, y es aquí donde la red de apoyo juega un rol fundamental, estimular tanto el lenguaje, el desarrollo motor, el área social, el área intelectual, etc..en conjunto con un equipo multidisciplinario.
Por su parte, el área Kinésica, favorece patrones de movimiento adecuados a través de ejercicios y juegos, de esta manera irá alcanzando los hitos motores para el desarrollo del niño o niña (son comportamientos o destrezas físicas observadas en lactantes y niños a medida que crecen y se desarrollan. Voltearse, gatear, caminar y hablar se consideran todos hitos o acontecimientos fundamentales), buscando su máxima independencia motora. Para luego dar paso al desarrollo de las conductas de coordinación dinámica global (lanzar, saltar, trepar, correr, pegar a la pelota) necesarias para el desarrollo del juego y su posterior integración social.
Como todos, aprendemos cosas nuevas durante toda la vida, el punto es que los niños y niñas con SD, necesitan más tiempo para alcanzar distintas destrezas. A medida que crecen, realizan habilidades más complejas como lo es el sentarse, gaterar, arrastrarse, reptar, pararse y caminar, y por lo tanto el tiempo en lograrlos puede aumentar. Recordar que cada niño o niña tiene su propio ritmo de avances.
Es por lo anteriormente descrito que, en este artículo nos enfocaremos en el ejercicio y sus beneficios aplicados en edades tempranas, debido a la gran cantidad de estudios e investigaciones sobre este tema y su repercusión en la adultez.
Ejercicios y sus beneficios
El recién nacido con síndrome de Down es hipotónico (bajo tono muscular), esto significa que responde de manera desorganizada frente algún estimulo gravitatorio, lo que se evidencia al mudarlo, por ejemplo, y al ponerlo de espaldas permanecerá con las piernas abiertas, como “ranita”. Es por esto la importancia de empezar con ejercicios a edades tempranas, ya que los hábitos de estilo de vida establecidos durante dicho periodo pueden conducir continuamente a su edad adulta para así mejorar la fuerza muscular, la agilidad y el equilibrio, dificultades que progresan con la edad.
El tratamiento de las anomalías musculoesqueléticas es un esfuerzo continuo que se debe comenzar lo antes posible, posterior al diagnóstico. Los estudios demuestran que el ejercicio, mejora en gran medida el contenido mineral en el hueso, que nos ayuda a la prevención de la osteoporosis en consecuencia la probabilidad de fracturas posterior a una caída.
Se ha estudiado también, que la capacidad limitada para realizar las actividades de la vida diaria y la participación en la rutina de ejercicios físicos durante la infancia, pueden conducir potencialmente a un desarrollo neuromuscular inadecuado entre los niños con SD en comparación con el de los niños genéticamente normales.
Además, los niños con un bajo nivel de actividad tienden a desarrollar complicaciones de salud graves, como obesidad, enfermedades cardiovasculares y diabetes. En contraste, los niños y adolescentes físicamente activos muestran una mayor fuerza musculoesquelética, una función cardiorrespiratoria superior y una salud metabólica más deseable en comparación con sus contrapartes inactivas.
Por lo tanto, y a modo de conclusión, mientras antes se comience con ejercicios, movimientos y/o estimulación, mejor será la adaptación al medio, disminuiremos complicaciones de salud, y la estimulación de distintas áreas desde la primera infancia aporta a una integración en la sociedad, sobre todo en la edad adulta.
Juegos para empezar según cada etapa
0-3 meses:
Coloca juguetes sonoros (sonajeros, campanitas, etc.) a una corta distancia de los oídos del niño o niña (30 cm.), esto le permitirá acostumbrarse a los diferentes sonidos y por otro lado, a buscar la procedencia de éstos. Alrededor de los tres meses espera respuestas como por ejemplo: que mire, luego que mire y gire su cabeza hacia el objeto que está produciendo el sonido.
Mientras mudas a tu hijo o hija dobla y estira sus piernas, del mismo modo puedes hacerlo con sus brazos, también aprovecha este instante o después del baño, para dar masajes con aceites o cremas para su cuerpo.
Boca abajo, anímale a levantar su cabeza mostrándole juguetes que reflejen luz o sean de colores llamativos. Acercándose a los 2 meses pon un rollo bajo sus axilas de manera que queden sus codos por delante, así le será más fácil levantar su cabeza y observar lo que le estás mostrando.
3-6 meses:
En esta etapa tu hijo o hija comenzará a balbucear sonidos guturales; cuando éstos aparezcan procura mantener una conversación con él o ella. Coloca tu rostro cerca, mantén un contacto visual adecuado, deja espacios de silencio para que pueda expresarse como respuesta a tu iniciativa.
Coloca a tu hijo o hija frente a un espejo y comienza a observar sus reacciones y cómo pone atención a sí mismo y verás cómo aparecerán expresiones de emociones como sonrisas.
A partir del cuarto mes comienza a entregarle sonajeros en ambas manos a la vez, de distintos tamaños, formas y pesos progresivos. Si los lleva a la boca, déjalo, será su primera forma de exploración.
Durante esta etapa puedes realizar juegos de estimulación vestibular (movimiento en el espacio), para ello súbelo de guatita sobre una pelota grande, como la que se ocupa en yoga, y realiza movimientos en todas las direcciones. También te puedes subir a un columpio con tu hijo o hija en brazos o hacer una hamaca con una colcha.
6-9 meses:
Muéstrale un objeto que le sea llamativo, una vez que tenga la atención puesta en él, escóndelo bajo un pañal y luego sácalo. También te puedes esconder detrás de una puerta o un mueble y observar si él o ella te intenta buscar, con su mirada, moviendo la cabeza o su cuerpo. La idea es practicar juegos de escondite y que él o ella se motive al encuentro.
Alrededor de los 8 a 9 meses puede comenzar el relajamiento voluntario de los objetos, es decir, los soltará en forma poco precisa. Posteriormente jugará a tirar los objetos al suelo y que éstos suenen. Luego, comenzará a buscarlos y ver dónde cayeron. En esa oportunidad la idea será pasarle objetos en sus manos y una vez que los suelte mostrarle: “¡mira ahí está!”, luego le puedes dar la instrucción “dame” y estirar tu mano esperando recibir el juguete. En una primera etapa será solo un esbozo, luego verás cómo lo realiza de manera efectiva y eficiente.
9-12 meses:
Durante estos meses puedes recurrir al juego de hacer burbujas, ponte frente de él o ella y rómpelas diciendo PUM- PUM ó muéstraselas a medida que se alejan flotando. La idea es que sea capaz de seguir con su mirada como éstas se desplazan.
A partir del año, comienza a realizar juegos imitando acciones de funcionalidad de los objetos: dar de comer al oso con una cuchara, hablar por teléfono, dar la mamadera a la muñeca, peinarla. La idea es incluir elementos de uso diario. En un principio muéstrale cómo hacerlo, para luego sólo preguntar “¿cómo le damos comida al oso?”.
Fuentes:
http://www.pubmed.com
https://sci-hub.tw/10.1097/01.JAA.0000526779.77230.79
https://www.sindromedown.net/publicaciones/
http://www.centroucdown.uc.cl