“ Síndrome de Asperger ”, no recuerdo la primera vez que oí hablar de esto, pero no olvido que al hacerlo inmediatamente sentí que conllevaba límites, fuertes limites ajenos a mi vida, a mi realidad, como horrendas cadenas que me obligaban ser parte de una existencia mucho mas dura de la que ya estaba enfrentando en aquel entonces, una “gran y pesada roca” más en mi palpitante mochila era innecesaria, por eso me resistí a aceptar por mucho tiempo que estos problemas con los que lidiaba a diario, estaban directamente relacionados con esta “maldición de asperger”, ya me sentía forzadamente exiliado del mundo, no quería ser tratado de enfermo; hasta que un día alguien me tomo de la mano y me mostró que podía sacar algo bueno, tras tantos años intentando negar lo que soy, cambiar para ser parte de algo que no lograba entender, me enseñaron que solo las cosas malas deben ser cambiadas y las buenas tienen que prevalecer, muchas de ellas provenientes de mi condición, así fue como comencé a amar el ser Asperger.
Mas no fue fácil, nunca lo es, al poco tiempo comprendí que el defender la “condición de asperger” no implica el no impedir que lleguen los cambios, sino el encontrar el conocimiento para encausar las transformaciones que enfrentan todos los seres vivos, sólo que conforme a ciertas características especiales que no siempre encajan con la realidad circundante pero que si pueden ayudar a mejorarla, buscar lo mejor y más auténtico que tenemos en común todos protegiéndolo sagradamente, me refiero a la inocencia, la pasión, la ternura, el idealismo, el perfeccionismo y muchas otras virtudes.
Uno lee y se pregunta varias veces: ¿Por qué el asperger no es una enfermedad? Y aunque la respuesta es evidente, es decir: sus características no son síntomas, lo que esto implica no lo es, todos los problemas que el “mundo” ve, en casi la totalidad de los casos no son más que el resultado de circunstancias ajenas que generan un daño evitable en los individuos que vivimos en esta condición, todas las personas sufren de dificultades para adaptarse y es en ese proceso donde los padres deben recurrir a la ayuda de especialistas a fin de identificar los factores que están afectando el bienestar interno de sus hijos y/o parientes, para aprender como potenciar todas las virtudes, un proceso que si bien en apariencia no es sencillo, constituye la oportunidad de crecer como familia explorando y fortaleciendo aquellos valores esenciales que actualmente se dice que están tan escasos en el mundo actual.
Mi nombre es Juan Carlos, soy periodista, por años he estudiado esta condición a fin de entender sus detalles y enseñar a otros a no cometer los graves de errores que he vivido, ni sufrir las dificultades con las que me he topado. Hace unos meses tuve el honor de reunirme con Isabel López quien pese a mi actitud desconfiada, con su paciencia, amabilidad y entusiasmo me motivó a que trabajáramos juntos, pero más allá de eso con su ternura, me mostró que tenemos una perspectiva idéntica sobre la gran responsabilidad y oportunidad que conlleva el explorar esta condición, el sueño de ayudar a mis “hermanos” puedan existir tal cual son usando toda sus virtudes con la misma grandeza con que otros legendarios individuos hicieron historia, como creyente esto no es un trabajo, es una bendición.
Juan Carlos Sánchez, Periodista
Pese a su anhelo de ser escritor, su trabajo ha estado vinculado a los trastornos del espectro autista, siendo apoyado y guiado por el Centro Leo Kanner.