Por Belén Villagra
El papel que tenemos como padres y como madres tiene tanta importancia en la vida de nuestros hijos e hijas, que sin duda el estar saludables emocional y mentalmente es una poderosa virtud y un desafío aún mayor. Generar una relación positiva y estable, con vínculos protectores y amorosos, resulta vital para el buen desarrollo de nuestros niños y niñas.
Es tal el impacto que tenemos en la vida de otr@, – de un otr@ que amamos-, que desde sus experiencias primarias nos entrega la capacidad para contar la vida, enseñarla, traducir el mundo, las relaciones y todo lo que esto consigo lleva. Además, tenemos la tarea de organizarnos en base a su propia individualidad, sus características y necesidades, enfatizando una trascendental tarea, la de intentar ser nuestra mejor versión, conociendon@s, nosotr@s mism@s, creyendo y confiando en nuestras capacidades y abrazando nuestra imperfección.
Nuestr@s hij@s perciben y viven su entorno a través nuestro. Si podemos darles una infancia de amor, disponibilidad, sensibilidad, seguridad y buen trato, estaremos contribuyendo en que hoy sean niñ@s felices, amados y que de adolescentes y adultos probablemente puedan contar con mayores posibilidades de una mejor salud mental y emocional. Sin embargo, es esperable también que, en ocasiones, las complejidades y/ o adversidades presentes en el ecosistema de nuestras interacciones, puedan interferir nuestro desempeño en esta trascendental misión, porque no siempre estamos bien, alegres, fortalecidos o con un ánimo y disposición que facilite estos procesos, ¡no siempre estamos enter@s!
En este sentido y considerando la importancia de nuestro rol, es que, si nos está costando o pasamos por momentos difíciles, no dudemos en acceder a nuestra tribu, pedir ayuda, en acercarnos a nuestras redes de confianza o especialistas, o en recibir apoyo si nos lo ofrecen primero. Busquemos espacios o personas que nos hagan fuertes en los momentos de flaqueza, que sin duda los hubo, los hay y los habrá.
Es en nuestra infancia desde donde obtenemos las bases para poder crecer sanos y fuertes en la integralidad del ser y con esto, no tan solo nosotros, sino también la sociedad. Tenemos un tremendo desafío al frente y a la vez un gran poder, el poder de la crianza, de formar y de amar, intentemos que el mundo que perciben nuestr@ hijos a través de nosotr@s, sea el mejor que podamos darles.
María Belén Villagra Núñez tiene 37 años, es madre y asistente social con especialización en infancia y familia. Tiene experiencia como trabajadora social clínica, docente, mediadora familiar, perito social y evaluadora de procesos de adopción. Su motivación es sensibilizar en torno al poder de la crianza y contribuir a generar condiciones para transitar por infancias más saludables y respetuosas.