Hay cosas que hicimos mal por Jacinta Zañartu y no me refiero a la discusión en redes sociales acerca de su condición social y el acceso a un trasplante. Me parece que esa es una discusión que tiene poco sentido y no aporta en nada
Lo que hicimos mal por todas las Jacinta Zañartu
Es egoísta pensar en que no debemos morir, todos en algún momento tendremos que hacerlo, pero cuando es la muerte de un niño nos afecta a todos. Muy lamentables son los casos de los niños que mueren esperando un trasplante: de algunos nos enteramos en la prensa, de otros nunca lo hacemos, pero todas las muertes son lamentables cuando son a temprana edad.
Ojalá nunca mas tengamos que enterarnos de la muerte de niños como León Smith, Felipe Cruzat, Jacinta Zañartu, Florencia Sandoval, Aneley Celis y tantos otros niños que esperan de un órgano para seguir viviendo.
El punto es: ¿ que hicimos mal como sociedad ?
Como sociedad no hicimos nada, eso es lo malo.
Como sociedad nos cuesta aceptar que la muerte de un ser querido puede ser la única oportunidad de vivir para los niños y adultos enfermos que tienen uno (o más) de sus órganos gravemente enfermos. Nos cuesta tanto aceptarlo que la tasa de trasplantes en Chile sigue siendo muy baja en comparación al resto del mundo, incluso comparando con los países mas cercanos al nuestro y con similar nivel de desarrollo.
Tenemos que ser generosos como sociedad, es la única forma en que podremos cambiar las cosas para cambiar la vida de cientos de enfermos que fallecen cada año en espera de un nuevo órgano.
Jacinta tuvo la suerte de encontrar un donante, pero eso no es suficiente. Hay muchos otros niños esperando (como Monse). Con Monse aún estamos en deuda.
Lo difícil de la donación de órganos
Las personas que mueren cada año en Chile y que son buenos candidatos como donantes en Chile son menos del 2% de las muertes, la tarea no es fácil. Como médicos no siempre nos acordamos de esa posibilidad, nos pasa porque estamos acostumbrados a intentar sacar a los pacientes adelante, muchas veces cuando sabemos que todos los esfuerzos serán en vano.
Aún cuando pesquisemos un potencial donante, el siguiente paso será con la familia y ahí estamos en deuda: los chilenos no queremos donar los órganos de nuestros seres queridos y es nuestra tarea como sociedad poder realizar el cambio de mentalidad para que eso sea posible.
La vida con un órgano ajeno
Supongamos (como en el caso de Jacinta) que el enfermo logró recibir un órgano, para muchos eso será equivalente a un “triunfo y final de la carrera”, pero en realidad es sólo el comienzo. Las cirugías de trasplante son prolongadas y el post operatorio es complejo, siempre está la posibilidad de rechazar los órganos. ¿Será eso todo?
Vivir con un órganos trasplantado no es fácil, la vida nunca será normal, se deberán tomar fármacos de por vida para evitar que el cuerpo rechace el órgano ajeno, fármacos que también hará que el cuerpo sea propenso a infecciones u otras complicaciones a causa de los fármacos.
Espero que nunca tengamos que enterarnos por redes sociales y la prensa de casos como el de Jacinta, León, Felipe, Florencia o Aneley. Ojalá nunca un niño requiera de un trasplante para seguir viviendo.
Espero que nunca más la discusión en relación a un niño enfermo gire en relación a su condición socioeconómica, porque aunque tengas todo el dinero del mundo, eso nunca jamás podrá comprar ni asegurar la vida de tus seres queridos.
Juan Eduardo Donoso
Médico especialista en Urgencias