Frente a una relación de pareja que se termina algo se pone en juego, algo nos sucede cuando las cosas no resultan como esperábamos, algo que tiene que ver con nosotras mismas en cuerpo y alma. Vamos a distinguir tres tipos fundamentales de quiebres:
1. Cuando nos terminan unilateralmente sin siquiera haberlo sospechado.
2. Cuando veíamos venir la figura de la ruptura e hicimos lo posible por evitarla, pero igual nos cortaron.
3. Cuando en el fondo de nuestros corazones queríamos que nos cortaran porque no eramos capaces de hacerlo.
La última forma de ruptura no es difícil de procesar, es un cambio en la rutina y en llenar los espacios que ha dejado el otro. Sin duda podemos sentirnos tristes, pero sucede mientras asimilamos y nos reencontramos con la soledad. Sin embargo las otras dos, las otras dos formas de ruptura son las que suelen dejarnos en shock y cuesta trabajo salir del estado: en esas rupturas quiero focalizarme.
Cuando estamos en una relación de pareja, cuando nos enamoramos de otra persona, hemos puesto toda nuestra “energía” todo nuestro “deseo” en otro, entonces cuando decide dejarnos está dejando esa energía circular sin rumbo, sin lugar para calmarse.
En el fondo nos sentimos absolutamente vulnerables, tendemos a echarnos la culpa de lo que ha sucedido, pensamos que no volveremos a conocer a alguien especial e intentamos negar la situación al consolarnos con la creencia en que el sujeto en cuestión regresará arrepentido.
Lamentablemente es poco probable que regrese, por lo tanto lo mejor que podemos hacer (en ese momento triste) es ser realistas y concretas. El tema de la culpa va de la mano con nosotras, parece que sentimos culpa sistemáticamente y es buena idea que dejemos de buscar responsables a una situación que fue vista desde dos prismas absolutamente distintos (distintos porque si no los dos habrían estado sintonizando la misma frecuencia y en ese sentido es imposible que uno se vaya si el otro quiere seguir).
La rabia y la pena nos juegan en contra: ¿por qué? Porque odiar algo que has amado hará que lo odies más aún y de paso te odies a ti misma (si es un “tarado”, un “imbécil”, un “tonto” entonces te sentirás pésimo por haberte fijado en él y echarás la culpa sobre ti, nuevamente).
La sugerencia es tomar las cosas con calma, no buscar respuestas ni fantasear en torno a la ruptura (la única persona que podría darnos señales ya no está, así que es mejor quedarse con los datos que se tienen y confiar en las palabras del que alguna vez amamos).
Luego de la rabia entramos en un estado de tristeza profunda en el que queremos venga una luz y nos devuelva a aquél ser maravilloso que conocimos un día. Bueno, eso no sucederá por más que suframos, así es que es importante que busques personas que te escuchen y acompañen (solamente eso! Evitar a la amiga espía que te contará lo que ha hecho tu ex, evitar a la amiga que te llenará de sermones porque “te lo dijo” y fundamentalmente evitar la compañía de aquellas personas a las que partes contándole tus penas profundas y te interrumpen con un “a mi una vez me pasó lo mismo y bla bla bla”). Necesitas una red de apoyo que te contenga, sino es mejor estar sola: escribir, escuchar música, conectarte con la pena y aceptarte del lugar donde estás (con pena y sola).
Una vez alguien dijo “no es que no pueda olvidarme de él, es que no puedo aceptar lo inútil que soy para él, no puedo aceptar que él se haya olvidado de mí”. Esto ilustra que en ocasiones nos da mucha más pena y rabia el sentirnos olvidadas, más que el hecho mismo de haber perdido a un X (¿se entiende?). Entonces debemos ser nobles: déjalo ir, sácalo de tu corazón sin rabias, sin rencores ni cuestionamientos: DESAPEGO se llama y es muy útil porque te libera. Porque incluso si la vida los vuelve a juntar habrás actuado adecuadamente, sin actos impulsivos, sin escándalos, sin dobleces y créeme que esa sensación de tranquilidad será para ti una fortaleza. Además, lo harás responsabilizarse, hacerse cargo de la decisión que ha tomado. No podrá decir: “era una loca, menos mal que la corté”, “yo sabía que estaba mal, por eso terminé”, etc.
Por último quiero decirles que siempre, ¡siempre! vas a conocer a otro, a otro que te interese, porque la energía que volcaste sobre tu ex vuelve a ti y luego de la pena y todo el proceso que vivirás la harán estar lista (a la energía) para volver a volcarse sobre alguien.
AH! Importante: no todos son iguales: eres tu la misma! Tu eres la que tiende a repetir los patrones. Así que ojo, analizarse y revisar por qué intento vincularme en relaciones que no me hacen bien.
Varinia Signorelli