¿Por qué las personas que nos acompañan durante nuestra infancia/adolescencia podrían implicar dificultades para nuestra vida de adultas? Simple. Muchas personas creen que los grandes cambios y diferencias con la familia suceden solamente con la adolescencia y que después de este período vivimos una tregua eterna, gran error. Desde este punto de vista, las dificultades que aparecen en la edad adulta suelen ser más dramáticas ya que pueden incluso separarnos por un tiempo. Pasa así porque la solvencia económica que tenemos con nosotras mismas y nuestras obligaciones, el círculo de amigos o red de apoyo que tenemos es sólido también y fundamentalmente miramos el mundo desde ojos de adulto y podemos tener sólidas opiniones y experiencias para pensar distinto a nuestra familia de origen, ahora… todo esto pasa mientras nuestros seres queridos nos siguen percibiendo como más niñas o desvalidas, entonces creerán en palabras simples: que les darás la razón sí o sí, cosa que suele no ocurrir con frecuencia en este período.
Las dificultades casi siempre comienzan por las decisiones que vamos tomando para esbozar nuestra vida: si te vas sola o con amigas, si con tu chico o novio, si decides planificarte para ser madre o aún no, etc. Debemos entender que nuestra familia suele querer lo mejor para nosotras y que ellos creen que traspasando sus experiencias y consejos nos evitarán dolores, muchas veces el mudo actúal les parece muy moderno y distinto al que ellos solían “visitar” por lo que intentando mantenernos en sus convicciones sienten que nos siguen protegiendo a distancia.
Entonces ¿cómo hacer para vivir nuestra propia vida y seguir llevando una relación adecuada a pesar de tomar nuestras propias decisiones?, uf! No hay fórmulas mágicas pero vamos a enumerar algunos asuntos cruciales en una buena relación familiar:
Cuando comuniquemos una decisión hagámoslo cuando estemos segura que es la decisión que tomaremos. Si cambiamos de opinión mil veces nos verán vulnerables y se esmerarán mucho más en protegernos porque creerán que no estamos preparadas. Se clara, si pides un consejo, plantéalo como tal, pero las decisiones son lo que son.
Escucha, no te cierres a lo que te van a decir aunque sean argumentos contrarios. Interésate por el punto de vista, pon atención (te sorprenderás), lo cual no implica que cambies el punto de vista, pero sí que el otro se sentirá acogido y parte de tu vida.
El respeto es básico, trata a tus padres, hermanos, tíos, primos, etc. Como esperas que ellos te traten, regalonéalos, preocúpate de ellos, apoya, acompaña si te necesitan, etc.
Acepta tus errores y pide disculpas
No esperes en que te llamen primero para resolver algún problema, se necesita mucha más madurez y seguridad para pedir disculpas. Cuando nos comportamos orgullosas e intransigentes traemos a la mesa a nuestra yo infantil.
Disfruta tu vida y recuerda tratar a tus padres como quieres que, algún día, tus hijos te traten a ti.
Varinia Signorelli