En algunos países los sismos abundan, algunos estamos entrenados y ejercitamos qué debemos hacer en cada caso y dependiendo de cada zona, sin embargo cuando la situación ocurre no pasa desapercibida, debido a que es siempre un estrés, por más preparado que podamos creer que estamos.
Realmente nunca se está del todo preparado para asumir una situación que está fuera de nuestro control, que no sabemos cómo se va a comportar y en la que, evidentemente, sentimos que está en peligro la integridad nuestra y de las personas que queremos.
Es, sin duda, un momento extremo en donde lo biológico se activa para huir, mientras nuestra parte más racional sabe que debemos quedarnos quietos y evitar el correr. Aparece acá la primera dicotomía porque estamos frente a algo instintivo y a una instrucción completamente distinta. Es decir, se nos sugiere adaptación mientras nuestro sistema nervioso está listo para la huida. Esta situación genera altos montos de estrés, los cuales generan sintomatología posterior.
¿Qué hacer? Ante una situación extrema se debe intentar guardar la calma, esto significa solamente: ser capaces de hacer la rutina que hemos entrenado (planes de emergencia), el poder realizar acciones que nos son concretas y conocidas podrá calmarnos un poco, en esos momentos es la única certeza que tenemos (certeza de qué es lo que tenemos que hacer). Debemos saber que sentir miedo, angustia, etc. Es normal, absolutamente esperado y es una situación que cuesta reprimir. Entender esto calma y nos hace sentir menos culpables. En un segundo momento, cuando ha cesado el momento de emergencia, es de suma importancia que podamos exteriorizar las emociones y verbalizar la situación: contar una y otra vez lo ocurrido permitirá la descarga, es bueno hablar de nuestros sentimientos y miedos, es importante sentir el apoyo de la familia y no cerrarse con ella, es un factor protector el que se hable de los miedos (no así el fingir estar estoico para no preocupar).
La sintomatología asociada a una catástrofe puede ser variada, pero principalmente tendremos noticias de ella porque algo en nuestra conducta va a ir cambiando, algo en nuestras rutinas, algo en nuestras sensaciones y si estos cambios persisten debemos consultar a un especialista para que nos ayude a retomar los ciclos. Los niños también pueden verse alterados, a veces están más irritables, duermen menos, aparece en ocasiones descontrol de esfínter o miedo a estar solos, si bien esto es esperable, debemos estar atentos a su duración e intensidad para consultar.
susto¿Cómo contener a los niños? Escuchándolos, permitiéndole hablar de sus temores y fundamentalmente compartir los nuestros con ellos y en familia, permitiendo puedan jugar y dibujar para simbolizar lo que ha ocurrido e ir descargando los montos de angustia. Evitar estén expuesto a noticias de la catástrofe (lo que sepan tienen que escucharlo de boca de sus seres queridos), intentemos retomar sus rutinas (y las nuestras claro está) mantenerse en cercanía física ayuda bastante también.
Es importante mencionar que situaciones de estrés pueden propiciar escenarios en donde las familias podrían pelarse o tener pequeñas discusiones de modo de descarga, mantengamos la calma, recordemos que todos estamos afectados y actuemos con calma frente al otro. A veces el encontrar formas para ayudar a otros puede ser muy beneficioso, el sentirse útil siempre genera placer. Pensemos en el hoy, aquí ahora, frente a una crisis es lo primordial, después se verá qué hacer en el futuro. Avancemos con calma, junto a los que queremos y unidos, de esta manera tendremos más fuerza y este momento será sólo un mal recuerdo.
varinia signorelli