Últimamente ha estado en la palestra el concepto ESI (Educación sexual integral), que años atrás era impensable que tuviera cabida en las discusiones del parlamento respecto a si incluirlo o no en la educación general de los niños de nuestro país, discusión que generó gran malestar en algunos padres y apoderados. Lamentablemente decidieron NO incluirlo y hoy se encuentra en los proyectos archivados.
Pero… ¿Qué es la Educación Sexual Integral?
Según la Organización Panamericana de la salud, La Educación Sexual Integral (ESI) es “Un espacio sistemático de enseñanza y aprendizaje que promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos de los niños, las niñas y los/as adolescentes al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, la información y la sexualidad”.
Si analizamos esta pequeña y a la vez compleja definición nos podemos dar cuenta que la educación sexual va más allá de la genitalidad y las relaciones sexuales (algo que, lamentablemente, es lo que muchos padres creen), sino que va por un camino del autoconocimiento en las distintas dimensiones de nuestra vida, donde incluimos nuestra mente, nuestro cuerpo y también nuestra alma.
Hoy nuestros días avanzan inagotablemente rápido, y la realidad es que los niños y adolescentes pasan gran parte de sus tiempos en soledad. Es ahí donde tienen el espacio descuidado de indagar de mala forma la exploración de su sexualidad. Sobra la información ambigua que entregan páginas de internet, exceso de erotismo en RRSS, y la abundante pornografía que circula sin problemas y de evidente fácil acceso, entre otros…
Entonces, ¿Qué podemos lograr a través de la educación sexual integral? Veamos algunos puntos generales.
Niños y Adolescentes con mayor responsabilidad
Poseer la información adecuada y sólida respecto a estos aspectos y a temprana edad ayuda a forjar una sociedad con sexualidad responsable y asertiva. El desconocimiento y la ignorancia respecto a los actos que se realizan en la vida sexual pueden llevar a tomar decisiones equivocadas, desconocer las formas en cómo se adquieren las enfermedades de transmisión sexual, cómo y cuándo usar correctamente los preservativos, incluso cómo se llega a tener un embarazo. Estos son tópicos que muchos adolescentes no saben, incluso ya habiendo iniciado su vida sexual.
El beneficio cultural…
Además desarrollar adecuadamente a los niños y jóvenes educados en un ámbito prioritario de su vida como es la sexualidad, no solo trae beneficios individuales sino que también colectivos.
Jóvenes que se saben responder a las consecuencias de sus actos y conocen los riesgos/beneficios de su actuar, significa para la sociedad adultos que en un futuro podrán aportar y crear relaciones en cada ámbito de la vida mucho más funcionales y a su vez con mayor claridad de sus proyectos de vida, mucho más alejados de las conductas de riesgo que trae consigo el desconocimiento y la ignorancia (embarazos no deseados, Enfermedades de transmisión sexual, malas experiencias afectivas/sexuales, relaciones “tóxicas”, etc).
Mayor pensamiento crítico y reflexivo desde la infancia
Enfrentar a los niños a situaciones críticas que se viven en torno a la sexualidad y afectividad, genera herramientas de autoconocimiento y conciencia social. El pensamiento crítico y reflexivo son sumamente beneficiosos para generar ciudadanos empáticos y con libertad de poder vivir su sexualidad de forma íntegra, además de comprender las distintas formas de vivir la sexualidad que pueden tener sus pares.
Autoestima adecuada y consistente
Un niño que se conoce, acepta y ama a sí mismo, podrá desarrollarse en su comunidad con mayor libertad, valor y herramientas para un crecimiento sano y feliz. Esto es de suma importancia en la realidad de salud mental actual de nuestro país, ya que según la OMS, Chile es una de las naciones que lidera el ranking mundial en depresión, con un 17,5% de la población total, de este porcentaje un 7% corresponde a adolescentes, teniendo además una de las tasas de suicidio con mayor progresión a nivel mundial. Hay que destacar que gran parte de estos niños son los que sufren día tras día de bullying, no aceptación de sus cuerpos, inseguridad de cómo vivir su orientación sexual, o sentirse inadaptados con su género, etc.
Capacidad de amar y responsabilidad afectiva.
Una educación sexual integral entrega valores para que cada persona pueda contemplarse a sí misma y a las demás como seres dignos de respeto, amor, empatía y confianza. Esto permite a los jóvenes poder generar relaciones interpersonales de importancia y apego seguro, lo cual conlleva a una salud emocional plena. Actualmente la sexualidad se ve reducida la cosificación de los cuerpos, a la supremacía de la sensación de placer, y a la minimización de la afectividad. Los adolescentes tienen dificultades para generar vínculos, muchas veces por influencias de los medios de comunicación y la poca importancia que les generan estas situaciones al vivir en una sociedad donde lo más importante es el éxito económico y social.
Concluyendo…
Ciertamente la Educación Sexual Integral es altamente beneficiosa para nuestros niños, podríamos enumerar muchos más de puntos con razones de por qué debería estar impuesto en nuestras aulas hoy en día, esperando que algún día, esta discusión vuelva a estar en el Congreso y esta vez, sí sea aprobada.
Para tranquilidad de los padres, los tópicos que trata la ESI son adaptados para cada etapa de la infancia, por lo que jamás un niño se verá expuesto a un tema que no sea apropiado para su edad.
Por último contarles que hay ejemplos claros de países que han establecido la educación sexual como un pilar fundamental. Los Países Bajos quienes por ley han integrado la ESI en su proyecto educativo, han logrado avanzar considerablemente en temas de educación sexual, donde desde 2012 además se hacen fuerte hincapié en la diversidad sexual. Uno de los positivos resultados que esto ha traído es el altísimo uso de métodos anticonceptivos entre las personas jóvenes en donde durante su primera relación sexual, el 92% de los hombres jóvenes lo utilizaron y el 94% de las mujeres jóvenes. Además los menores de 25 años inician más tarde su vida sexual, tienen menos embarazo adolescente, menos aborto y menos enfermedades de transmisión sexual.
Chile en cambio desde hace 10 años está sufriendo un aumento progresivo de enfermedades como el VIH, donde solo el 70% conoce su diagnóstico, además de múltiples femicidios, crímenes por homofobia, niños hipersexualizados, etc. Resultando urgente incorporar la ESI para comenzar a subsanar la deuda que existe con la infancia y juventud de nuestro País. Ojalá algún día podamos tenerla.
Vanessa Cabrera
Enfermera
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