Desde pequeña he oído la expresión “ponerse en el lugar del otro”. Suena bonita y fácil de explicar a la hora de hablar de sentimientos, creencias y pensamientos de un otro, pero ¿qué tan verdaderamente sencilla es la empatía de alcanzar?Hace un tiempo vi en televisión un documental del Discovery Channel que me quedó dando vueltas, el programa trataba de cómo las personas se ponían en el lugar del otro desde situaciones mínimas y cotidianas. Por ejemplo, observaron que la mayoría de las personas que ingresa a un Centro Comercial, arroja la puerta para que esta se cierre y no se fija quien viene detrás, es decir, sólo camina hacia adelante, pasa el umbral y deja que la puerta se cierre.¿Resultado?: Las personas que vienen caminando justo atrás recibían la puerta cerrada y en muchas ocasiones complicadas por bolsas o bolsos.
Los investigadores realizaron el siguiente ejercicio: Para generar una mayor empatía (término muchas veces confundido con simpatía) colocaron un espejo en la puerta, para que de este modo las personas al entrar al centro comercial pudieran ver en su “espejo retrovisor” que alguien venía caminando detrás. Los efectos no fueron cuantiosos ya que muchos de ellos sólo se miraban en su reflejo y seguían no percatándose de los demás.
Finalmente, el éxito pudieron lograrlo, pero, instalando un audio, el que decía ”por favor, sostenga la puerta que alguien camina detrás suyo”.
Situaciones como ésta las vemos no sólo en tiendas, también en micros, donde un chofer se detiene para que le den el asiento a una señora y todos se asombran y lo comparten por youtube (o sea, nos impresionamos de las conductas empáticas). O simplemente cuando vemos el ingreso de embarazadas, personas de tercera edad al metro y nadie da el asiento o cuando en las filas de los supermercados o bancos hay un letrerito que dice: “adulto mayor y embarazadas” que parece ser transparente. En fin, crecemos insertos en una cultura donde la empatía no se enseña, somos buenísimos para las frases, para hablar, pero poco transmitimos a través de nuestras propias conductas dando el ejemplo.
Dentro de este concepto, es que como Psicóloga me sucede muchas veces lo siguiente: “Es que usted es flaca, no entiende” (paciente con sobrepeso). “Es que ud, no ha pasado por lo que yo pasé, no sabe”, “Es que yo me siento diferente y ud no sabe qué es eso”. Lo primero que pienso honestamente, es que parece que uno en el día debe ser: embarazada, madre, hija, asperger, déficit atencional, desafiante oposicionista, adolescente, anciana, niña, todo de una vez para lograr entender al otro. Será que nacimos bajo frases como: “¿cuando seas madre lo entenderás?, ¿Cuándo seas grande lo entenderás?, “Sólo los que vivimos este dolor, lo entendemos”.
Bueno, que puedo decir, duele en el alma sentir que muchas personas piensan que uno debe pasar por lo mismo para vivir la empatía. Para lograr contactarse con otro y poder sentir desde el corazón sus penas, anhelos, alegrías…humanidad.
Bajo este concepto, es que hoy, fui a conocer a una persona especial, su nombre es Juan Pablo Gómez, es Director del Programa INCLUDEC y Encargado de Comunicaciones del Programa ARTIUC, un periodista, alumno de la Católica, penquista igual que yo, que se inspira a diario para trabajar en la Inclusión a través de la Universidad de Concepción. ARTIUC, es el Programa de Apoyo a los Estudiantes con Discapacidad Visual de la misma casa de estudios, Juan Pablo no presenta problemas visuales, no me abrió la puerta con un bastón, no llevaba anteojos de sol puestos… simplemente lo mueven aquellas dos hermosas palabras que pueden transformarse en verbo si queremos: Empatía e inclusión.
Que ser empáticos, solidarios, no sólo se vea reflejado en ciertas fechas o catástrofes, podemos ayudarnos mutuamente como seres gregarios que somos.
En el Programa de Apoyo a los Estudiantes con Discapacidad Visual, arriban varios jóvenes con distintos grados visuales y lo que se brinda es ayuda técnica a través de tecnologías para sus procesos de enseñanza aprendizaje.
Hace unos años, se evidenció cuantos alumnos con discapacidad total contaban en la casa de estudios de Concepción, se registraron más de 50 y por ello es que se origina INCLUDEC como un llamado a esa necesidad de inclusión más allá de los voluntariados. En pregrado existe un ramo electivo para las carreras llamado “Una mirada inclusiva” y además todas las carreras de Educación cuentan con un electivo de “Educación Inclusiva”.
Primero, como personas, y luego como profesionales, damos énfasis a labores como éstas, en donde el “ponerse en los zapatos de otro”, es gratificante y mueve montañas.
¿Cómo enseñamos la empatía en nuestros niños/as? ¿Cómo inculcamos la inclusión y el respeto por las diferencias?. Comencemos, desde el aceptar que como seres sociales necesitamos del otro y que ese otro es diferente.
Mayor información en: www.includec.udec.cl
www.artiuc.udec.cl
Psicóloga Isabel López Turner
Postítulo en Psicoterapia Sistémica Vincular