Por Carla Moreno
¿Te ha pasado que algo ocurre en tu vida, algo te inquieta, tienes algún problema y no dejas de pensar en aquello creando situaciones ficticias en tu cabeza para poder resolver ese conflicto?
¿Como te sientes cuando ocurre esto? ¿Has sentido que tu mente crea situaciones que te ponen en alerta y esa alerta causa en ti estrés, provocando malestares físicos, quizás dolores musculares, dolores estomacales, cansancio, insomnio, jaquecas, etc.?
Cada situación que pensamos y creamos en nuestra mente, puede tener el mismo impacto como si fuera real. Si vivimos en un modo de alerta, ponemos nuestro organismo en una constante amenaza y cuando estamos en amenaza se activa nuestra adrenalina, nuestro cortisol, generando cuadros ansiosos en quienes experimentan estos pensamientos.
La ansiedad
La ansiedad procede de sobre exigencias establecidas por nosotros mismos, como por ejemplo, “tener que hacer todo bien”, esta idea instaurada desde la infancia en donde el logro y la perfección es premiada, el buen comportamiento es lo correcto, niños que respetan a los adultos no oponiéndose, ni llorando es un niño bien portado y educado. Poco o nada este estilo de crianza deja fluir las emociones, ya que se vive en una constante idea de ser o parecer impecable y perfecto. Crecimos con este “chip” incorporado de ser y parecer frente a otros, o sea, crecimos pensando, creyendo y proyectándonos en una constante aceptación puesta y enfocada en el otro, no en nosotros mismos.
Esta idea y manera de ser con la que hemos crecido, repercute en la vida adulta y trae consecuencias. Quienes ocultaron más sus emociones en la infancia, más conflictos internos tienen en la vida adulta, quienes pudieron demostrar sus emociones, en cambio, experimentan una adultez más placentera, más satisfactoria desde el punto de vista emocional y psíquico. Hay menos ansiedad y menos exigencias con las que cargar.
La adultez
Pero, si bien nuestras experiencias pasadas fueron importantes y estarán presentes, quizás constantemente retornando en recuerdos de manera fluida, no nos definen del todo en la vida adulta. Nunca es tarde para hacernos cargo del camino que queremos seguir, de la ruta en la cual queremos avanzar, de encontrar el sendero al cual queremos llegar.
La preocupación nos produce inquietud en diferentes contextos, quizás muchas veces angustia y/o temor, pero también nos genera movimiento en nuestro interior, nos genera interés, pero sobre todo nos genera atención. Atención al cambio, a la elección, a mirar el futuro con proyección, nos mueve a avanzar.
¿La preocupación nos moviliza entonces a qué? A ocuparnos, a elegir y buscar oportunidades, a conocernos. Y ¿cómo nos podemos conocer? Haciéndonos las siguientes preguntas: ¿Por qué esto me inquieta tanto?, ¿por qué genera en mí tanto temor?, ¿será temor?, ¿qué viví o experimenté que me cuesta seguir adelante?
La respuesta está en nuestro pasado y en el comprender que existe una razón de ser, un motivo, podemos avanzar entendiendo y dando valor, se enfrenta la adversidad con decisión, con propiedad, con deseos de mejorar y poner la energía en ser mejor por ti.
La decisión
¿Qué quiere decir esto? Que se interpreta mejor la realidad actual, se gestiona y se convierte este estado de alerta visto desde la preocupación, en un equilibrio que te ocupa, te alivia, te hace sentir y resolver con expectativas, con sentido y con proyecto el camino que quieres seguir. Te empuja a avanzar, a ser consciente de lo que quieres ser, a sentir libertad, a tener esperanza y a atreverse a pesar del miedo. O sea, a comprender tus sentimientos, pero a actuar desde la decisión.
Haz el ejercicio de ocuparte con valentía, con tranquilidad, ya que conoces tu interior.
Ten en cuenta lo siguiente: eres más de lo que piensas, más de lo que sientes y más de lo que haces, expande tus oportunidades y dispón de la libertad de ocuparte para crecer.
Carla Moreno Irarrázabal es psicóloga y madre de tres niños, con un cuarto en camino. En su trabajo intenta inculcar un estilo de apego desde el respeto y siempre desde la posición de las y los niños pequeños, para entender su mundo. La encuentras en Instagram como @carlamorenopsico