La piel es uno de los órganos más importantes de nuestro recién nacido: a través de ella conoce el mundo. Es a través de la piel que percibe el mundo como amable o agresor, como suave o áspero, como calentito o frío. Desde ahí se configura emocionalmente a una persona: viene a defenderse o a dejarse acurrucar.
Por esta razón es de suma importancia las sensaciones tempranas que se tienen a través de todos los sentidos; sin embargo es a travez de la piel que llegan los estímulos al cerebro del recién nacido y ayudan a la sinapsis que promueve la proliferación de las células nerviosas. Es decir, determina poco a poco la inteligencia que se está formando.
¿Qué necesita la piel del recién nacido?
Contacto con la piel de la madre. Cuando la madre y el recién nacido han tenido contacto durante los primeros momentos de nacido se mejora la lactancia; ayuda a la regulación de la temperatura de la madre, en pos de subir o bajar la del recién nacido. Las guaguas en contacto con la piel de la madre lloran menos, “cerca de la piel de la madre” es el hábitat natural de una guagua, se sienten en casa, han estado 9 meses sintiendo a la madre por lo tanto no desconocen los estímulos y se sienten más tranquilos. El llanto del bebé genera estrés, produciendo cortisol a nivel cerebral. Un cerebro infantil con menos cortisol propicia un desarrollo cerebral adecuado.
Por otro lado, la cercanía del recién nacido con la piel de la madre, permite mayor estabilidad cardio – respiratoria, disminuyendo el riesgo de muerte súbita ya que las guaguas coordinan su respiración con la de la madre, mientras que los latidos del corazón lo mantienen alerta.
El vínculo de apego se establece adecuadamente cuando existe cercanía piel con piel desde temprano. El apego se establece cuando la madre calma a la guagua y poder experimentar esta sensación desde temprano la propicia. Esto genera que se mejore el comportamiento afectivo en el futuro.
Resumen: solo beneficios en un solo gesto.
Varinia Signorelli.