Algún día va a llegar esa conversación que ningún padre adoptivo quiere tener, aquella en que tu hijo te pregunté ¿qué es ser adoptado?, ¿entonces yo no estuve en tu guatita?, ¿de dónde vine? Y muchos etcéteras. Muchas personas pueden caer en la tentación de omitirlo y nunca tocar ese tema con sus hijos, guardarlo como una suerte de secreto a voces en que el único que no sabe la verdad es el hijo.
Cabe preguntarse que es lo correcto, revelarlo o no revelarlo, en mi opinión es fundamental que nuestros hijos sepan la verdad porque de un modo o de otro a lo largo de la vida lo van a descubrir y eso sería nefasto para ellos, pienso que negar la verdad es quebrantar toda confianza de nuestros hijos en nosotros, es destruir de un momento a otro su mundo y su realidad, es quitarles su identidad, despojarlos de lo que son, porque finalmente no vinieron de donde creen, su familia en realidad no es su familia biológica, se comenzarían a cuestionar porque estas personas me engañaron, que pretendían al ocultarlo, etc.
El momento de la verdad
Los padres adoptivos durante el proceso de evaluación y espera, nos preparamos para recibir a nuestros hijos, hacemos talleres con profesionales especializados y aprendemos el valor de la revelación en la vida de nuestros hijos, uno podría cuestionarse el momento más adecuado. Pero ese momento no existe, ya que desde que llegan con nosotros hay que decirles que son adoptados y que nosotros somos sus padres y que los amamos profundamente, alguien podría decir que es marcar una diferencia, que es etiquetarlos como el “niño adoptado”. Pero no es así, es cumplir con su derecho de conocer sus orígenes, de entender que sus padres los aman profundamente y que la persona que los acunó en el vientre por un motivo u otro no pudo cuidarlos y debió tomar una decisión muy importante que implicó alejarse de ellos, claramente no se trata de planteárselos como un acto de bondad de parte de sus progenitores, sino que hay que atenerse a la verdad en la medida que ellos sean capaces de entender.
A medida que los niños van creciendo y entendiendo e integrando que son adoptados van haciendo preguntas, como padres debemos responderlas muy puntualmente, nos explican que no debemos decir mas allá de lo que preguntan y siempre recoger sus emociones respecto a lo que nos preguntan y la respuesta que reciben. A medida que van creciendo las preguntas serán mas inquisitivas y siempre debemos contestar con la verdad, la base de la confianza y de la seguridad que brindamos a nuestros hijos es esa, si omitimos o tergiversamos la verdad vamos a romper su confianza, que puede llegar a ser frágil y generar muchas inseguridades por lo que implica su pasado.
Los padres adoptivos sabemos que vamos a enfrentar varias crisis referentes al hecho de ser adoptados, se dice que alrededor de los 6 a 8 años surge la primera. Pero la más temida es la de la adolescencia, simplemente por lo que ya significa como etapa del ciclo vital, sumémosle las inseguridades propias y encima el ser adoptado. En general es la edad en la que buscan conocer a sus progenitores, saber todos los ¿por qué?,¿cómo? y ¿cuándo? Surge nuevamente la tremenda pregunta ¿qué hacemos? ¿Apoyarlo o evitarlo? La respuesta es súper sencilla, simplemente hay que apoyarlos y acompañarlos, no se trata de motivarlos a que lo hagan, pero hay que estar ahí para ellos, las fundaciones especializadas en adopción entregan apoyo y asesoría en este proceso, basta con acudir a ellos para pedir ayuda, guiaran el proceso, buscaran a la progenitora, evaluarán si está preparada, si puede y quiere conocer a nuestros hijos y también realizarán el mismo proceso con los niños, solo si están todas las condiciones el adolescente podría llegar a conocer a sus progenitores, realizan un proceso de acompañamiento con ambas familias.
No puedo negar que es muy difícil revelar la verdad a nuestro hijos, asusta su reacción o qué van a pensar o cómo se van a sentir, en la medida que lo hagamos de acuerdo a su capacidad para entenderlo y aceptarlo, paulatinamente será mucho mas fácil. En mi opinión no es recomendable omitirlo, es una falta de respeto con ellos, violar un derecho fundamental de toda persona de saber quienes son y de donde vienen, también es un acto de amor de nuestra parte ser capaces de contarles la verdad a pesar de lo difícil que pueda ser, pero significa que es tanto nuestro amor que no nos importa lo complejo que pueda llegar a ser, sino que nos importa más que nuestros hijos sean felices y aprendan el valor del amor y la confianza, lograremos que ellos no duden de nosotros muy por el contrario aprenderán a confiar y entenderán el amor incondicional que tenemos para ellos.
Lo cierto es que es un momento que evito imaginar. Muy probablemente llegará, pero por ahora me concentro en explicarle a mi hija, en la medida de su entendimiento, que no nació de mi guatita, que la buscamos y esperamos por mucho tiempo, que la amamos profundamente y que nada en la vida nos podría separar, entregarle la seguridad y certeza que la amamos mucho, que siempre será así.
Daniela Ojeda. Madre, enfermera y candidata Magister de familia y mediación.