Al bordear los treinta años y con un hijo en crecimiento, he ido poco a poco entendiendo esto de ser madre. Y es que por temas de trabajo y su escolarización, el tiempo más largo que he pasado a su lado se reduce a las vacaciones. Pero hoy por la pandemia de Covid-19, he tenido la oportunidad de disfrutar de los placeres de ser madre, pese al complicado contexto en el que vivimos.
Sin embargo, durante este tiempo me di cuenta de algo, que con el acelerado ritmo de vida que llevábamos, no me había percatado. Hace unas semanas, cuando llegaba el momento de almorzar, llamé a mi hijo como de costumbre, pero tras ese llamado solo hubo un silencio. Tras insistir en mi llamado, mi hijo me responde: “¡Mamá tu no entiendes nada! Estoy ocupado, déjame tranquilo”. Acto seguido, tomó su plato y se fue a su pieza a comer solo.
No supe qué decir. Me limité a respirar profundo y sentarme a comer en silencio y sin mi hijo al lado, como de costumbre. Pero me sentía confundida, sin saber cómo responder ni actuar. Tras ese episodio, decidí pedir consejos, no quería enfrentar la situación con enojos, discusiones y menos con actitudes autoritarias.
Sin embargo, un día nos conectamos a la hora del té. Realmente sentí esa conexión que hay cuando le damos pecho a nuestros hijos recién nacidos, esa conexión cuando los vemos en su primer llanto, esa sensación cuando te aprietan la mano fuerte cuando lo vamos a dejar a su primer día de colegio, sentí que volvía a confiar en mí.
¿Se imaginan qué podría ser lo que nos unió? La cocina. Algo que, para ser sincera, no me gusta mucho, pero al comenzar a probar diferentes recetas, cambiar algunos ingredientes y hacer creaciones propias, la conexión con mi hijo fluyó y nos permitió comenzar a conversar.
Así pude entender su proceso de crecimiento y entendí que muchas veces quería estar solo y pensar, necesitaba su espacio y yo no lo entendía.
Luego de ese día, que decidimos cocinar juntos unas galletas, preparamos unos alfajores, luego vinieron las lasañas y los postres y por supuesto los brownies y cosas ricas que se nos antojaban en las tardes, cuando hacía mucho frío y queríamos acompañar el té y su leche con algo dulce y hecho con amor.
Pero de esto que les cuento, no me di cuenta de inmediato. Fue por una conversación de WhatsApp con algunas amigas, que entendí la conexión que habíamos formado con mi hijo mediante el arte de cocinar. Y es que a veces en lo más simple está lo maravilloso.
Gracias a los momentos que se generan en mi cocina, preparando diversos platos, puedo conversar con mi hijo y pasar más tiempo con él, que por trabajo y las rutinas académicas, no nos habíamos dado. Si bien la adolescencia es un proceso largo, encontrar una forma de conectar que me permitirá seguir aprendiendo en este camino y acompañando su crecimiento.
Les comparto a continuación algunas recetas que hemos preparado junto a mi gran pequeño en estos fríos días.
Recetas para cocinar con tus hijos
Lasaña sin masasni carne (6 porciones):
Ingredientes:
2 zapallitos italianos
1 taza de carne de soya
2 tomates
1 cebolla
2 zanahoria
1 diente de ajo
Queso
Preparación:
- Hacer un sofrito con cebolla, zanahorias y el diente de ajo, esperar a que la cebolla este transparente y reservar.
- Luego agregar tomate picado en cuadritos.
- Hacer la carne de soya con dos tazas de agua caliente y esperar 15 minutos, luego colar y agregar al sofrito terminado, cocinar por 10 minutos y reservar.
- Paralelamente cortar tiras de zapallo italiano y usarlas como fideos, armar la lasaña con salsa de carne de soya y finalmente agregar queso.
Brownie de plátano (para 8 porciones):
Ingredientes:
4 plátanos
2 cucharadas de mantequilla de maní
1 cucharada Cacao amargo
Preparación:
- Moler plátanos, agregar cacao y mantequilla de maní.
- Llevar al horno por 20 minutos a 250 grados centígrados.
- Dejar enfriar y servir.
Empolvados (para 30 empolvados pequeños):
Ingredientes:
3 huevos
1 cucharada de azúcar o 20 de endulzante
¼ de harina sin polvos de hornear
1 cucharadita de polvos de hornear
Manjar
Azúcar flor o azúcar glass
Preparación:
- Hacer merengue, luego incorporar las yemas y batir.
- Agregar harina y polvos tamizados de forma envolvente.
- Te quedará una masa muy suave, luego agregar en una lata de horno con un poquito de harina y si tienes puede ser en una tabla de silicona (mat de silicona).
- Hornear por 5 minutos a 180 grados centígrados, sacar de inmediato ya que si no se podrían pegar si usas la lata del horno.
- Agregar manjar y luego decorar con azúcar flor.
Si alguna está pasando un momento de este tipo, les sugiero tener paciencia y amor. ¡En lo más sencillo están las respuestas!
Franccesca Astorga E.
Profesora