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Las tribus del siglo XXI

Por Marcela Mardones

“Para criar a un niño hace falta una tribu entera”.

Este famoso proverbio africano hizo mucho eco en mí desde el momento en que supe que quería convertirme en madre, y es que no puedo estar más de acuerdo con esta frase. Una comunidad que coloque a la madre en el centro de los cuidados, que reciba compañía, afecto, ayuda concreta y que además le entregue a ese niño o niña oportunidades de tener vínculos significativos con integrantes de su familia extensa (abuelos, tíos, primos, etc.) o amistades que le otorguen experiencias afectivas y sociales enriquecedoras, pareciera ser un panorama utópico hoy en día.

Es un ideal que algunos pueden tener, pero que muchas otras familias ven como algo lejano o de lleno algo que nunca pasará por distintos motivos. Por una parte, los sistemas de vida, rutinas y formas de vida de las sociedades modernas lo convierten en algo poco probable. En muchos casos las familias se disgregan en búsqueda de fuentes laborales y las largas jornadas de trabajo hacen muy limitado el tiempo en familia o de ocio, por lo que muchos padres y madres ven que lo más práctico y realizable es dedicar ese tiempo a su núcleo más cercano (pareja e hijos).

En otros casos las redes de apoyo se encuentran a tantos kilómetros de distancia que solo hace posible algunos encuentros al año y que son elegidos cuidadosamente para fechas especiales porque ni el tiempo ni el dinero alcanza para hacerlo más recurrente y esto no quiere decir que no sean encuentros significativos, pero con esto la imagen ideal con la que soñaba de toda una tribu cuidando a la madre puérpera, para ella así poder cuidar al bebé, se desvanece rápidamente.

También están quienes no tienen redes de apoyo porque estas no representan una figura segura y de confianza en quienes podrían recurrir y menos querrían exponer a sus bebés a estar cerca de personas que, aun manteniendo un lazo de sangre, han causado daño directo o indirecto y que no están capacitadas para cuidar.

Tengo la suerte de contar con buenas redes de apoyo de familia y amigas que están cerca y/o emocionalmente disponibles, pero cuántas madres y padres han tenido que criar solos, sin duda muchos. Desde ese escenario quiero plantear algo que he observado y he podido vivir en carne propia y que tal vez muchos lo están viviendo en estos momentos, y es que realmente mi embarazo y puerperio no sería el mismo de no ser por la compañía de un número inimaginable de mujeres, muchas madres, que me sostuvieron y que sin duda han hecho más fácil mi maternidad, en especial como primeriza donde una se encuentra llena de dudas, temores, culpas, contradicciones y emociones que en ocasiones puede ser abrumadoras con la misma intensidad que una se siente flotando en una nube de amor.

Redes de apoyo virtual

En ese momento de caos interno, me sentí sostenida por una gran red de mujeres que nos encontrábamos en el espacio virtual de las redes sociales buscando la compañía de otras mujeres. También buscando ese calorcito de las tribus y espacios de contención donde poder descansar soltando muchas veces nuestras emociones y dudas, así nada más, como salieran, sin filtros ni adornos. Haciendo catarsis en los días en que nada parecía resultar o buscando tips y consejos de lo que ha funcionado en lo cotidiano y doméstico.

En esos espacios sentí un refugio muy cálido, como si me acercara a una fogata compartiendo con un grupo de amigas, tribus virtuales en los grupos de WhatsApp que se armaron por una causa común de mujeres apoyándonos en temas específicos o perfiles de Instagram con distintas temáticas, muchos administrados por madres emprendedoras, cada una experta en un área diferente o en temas similares pero que conversan entre sí, que están llenos de información generosa de todos los temas que puedas imaginar, empoderando a otras mujeres, madres y  padres, y derribando mitos.

Visibilizando temas como la sexualidad, la crianza, la alimentación, el sueño, cocina, porteo, género, salud mental, seguridad, derechos laborales para mujeres, lactancia, parto y muchos más que no logro enumerar, y haciendo que estos temas lleguen a su público de manera fácil, clara, lúdica en algunos casos, y visualmente atractivos, con una dedicación admirable y que no alcanzamos a dimensionar el tiempo que han puesto detrás de esos adictivos videos o post.

Estas tribus han tomado cada vez más fuerza y la compañía y apoyo mutuo han logrado, incluso que se presione sobre la agenda legislativa en casos puntuales como la extensión del post natal parental gracias a cuentas como @postnataldeemergencia, @postnatal12meseschile, @arriba_mamas_chile, y varias cuentas de mamás que son abogadas o tienen cargos públicos, que siguen trabajando incansablemente por mejorar las condiciones de las mujeres que maternan, ya que como se ha visibilizado en el último tiempo  pareciera ser que si no nos empoderamos nosotras mismas como madres, nadie lo hará por nosotras. Porque nuestra labor sigue siendo solitaria y oculta, de ahí el famoso dicho “trabaja como si no fueras madre y sé madre como si no tuvieras un trabajo”.

Tengo claro que estos espacios antes mencionados no reemplazan la compañía y contención que desearíamos recibir de nuestros vínculos más cercanos, por eso es bueno siempre buscarlos. Sin embargo, esa red de apoyo de muchas mujeres que te leen, te apoyan e incentivan con mensajes positivos o que simplemente te validan y muestran, al contar sus experiencias, que está bien si hay momentos en que te sientes cansada, que está bien pedir ayuda (un tema que antes se negaba mucho), que hay días en que te sientes colapsada pero que vendrán otros mejores, esa red se siente muy bien y te permite seguir.

Se respira un aire de camaradería y complicidad que alienta a las mujeres madres que caminamos por la cuerda floja de la salud mental y que por años fueron invisibles o salieron adelante con sus propios recursos o a costa de su propia salud física y mental.


Marcela Alejandra Mardones Contreras es madre y psicóloga. Trabaja en el área educativa en convivencia escolar para el sistema público y como psicóloga clínica de niños, adolescentes y adultos: dentro de su trabajo desarrolla instancias de prevención de bullying y educación emocional.

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