Adolescentes
La verdad sobre las mentiras
Se acerca la navidad y como todos los años, empieza el debate entre los que creen que el Viejo Pascuero es una fantasía linda infantil y los que creen que es una mentira. Lo que sabemos sí o sí, es que es una creencia impuesta por los adultos, que es bonito siempre y cuando no se use para manipularlos y lograr que hagan todo lo que nosotros queremos.
Pero no es sobre esa mentira en particular de la que se hablará en este blog. En el contexto de esa discusión en un post polémico, vi que una mamá escribió “¿Cómo le enseñamos a nuestros hijos a no mentir si nosotros les mentimos?” y me quedó dando vueltas eso de no enseñar a mentir. Porque… mentir es muy natural en los humanos. Estoy segura que el Viejo Pascuero no es la única mentira que le decimos a nuestros hijos; cada vez que pide galletas y, sabiendo que hay en la cocina, les decimos que no hay, les mentimos. Les mentimos cuando no queremos llevarlos a algún lugar y decimos que está cerrado. Le mentimos a nuestra pareja cuando nos pidieron hacer algo que olvidamos y afirmamos que sí lo hicimos. Así, un montón de ejemplos de mentiras cotidianas no dañinas, “mentiras blancas” como dicen por ahí.
Mentir no es malo cuando no es patológico. Eso de mentir como algo malo y pecaminoso es algo que instauraron las religiones y, si analizamos bien, casi todos los pecados son cosas que nos gustan. Así como la envidia es un sentimiento normal, mentir es una herramienta de nuestros cerebros para protegernos a nosotros o a los demás. Si nos ponemos densos, consumimos mentiras todo el tiempo en la televisión, les leemos mentiras todo el tiempo a nuestros hijos en los cuentos… ellos mismos inventan historias, ven cosas que no están en realidad y no podemos andar por la vida diciéndoles que no imaginen, que no inventen, porque eso es mentir.
El problema está cuando nuestros hijos nos mienten en cosas importantes; cuando dicen que van a ir a un lugar y en realidad van a otro, cuando le dicen a la profesora que sí nos mostraron la prueba cuando no lo hicieron. ¿Qué hacer con esas mentiras que dañan nuestra relación? Varinia Signorelli, Psicóloga infantil, nos dice esto:
“En general, cuando un niño miente, nos quedamos pegadas en la mentira en sí, “mentiroso, no se miente” y olvidamos que la mentira tiene una función: por algo está mintiendo. Por ejemplo: si esconde una mala nota, o nos dice que se sacó un 7, cuando en realidad se sacó un 2, no sacamos nada castigándolo por la mentira, lo que tenemos que hacer es pensar ¿por qué no me quiere decir que se sacó un 2? Lo más probable es que sea porque siente que lo vamos a querer menos, que lo vamos a desaprobar, que vamos a creer que es tonto. Entonces ahí, lo que hay que hacer es fortalecer su autoestima para que se dé cuenta de que, si se saca un 2 o un 7, es igual de inteligente, es igual de buena persona, lo queremos igual. Entonces, no quedarse en la mentira, si no que ver por qué está mintiendo y esa mentira verla como una función, ok, mintió, cuál es el contenido de la mentira, entonces me sumerjo en la mentira y veo qué necesita mi hijo que me está mintiendo. No pensar que miente que es mala persona, si no analizar por qué está recurriendo a la mentira, más allá de la acción misma.
Ningún niño miente porque es malo o mentiroso. Un niño miente porque necesita algo y no sabe cómo pedirlo o cómo decirlo. Miente porque tiene miedo y no sabe cómo protegerse de ese miedo. En el fondo, dejar de mirar la mentira como un síntoma, si no que verlo como algo más, ayudándolos a no necesitar mentir porque se sienten confiados en el mundo que los rodea.
Con los adolescentes es parecido: cuando mienten, es porque saben que si dicen la verdad no van a salir ganando. Saben que van a recibir un castigo, un sermón o una prohibición si cuentan que fumaron algo, o que tomaron… es más fácil mentir. Hay que hacer una diferencia entre mentir y ocultar información; no es lo mismo. Es una cosa muy de adolescente ocultar información, porque tienen su propio mundo y ya no somos parte de ese mundo, necesitan validarse con los pares y eso está bien. Es parte de su desarrollo, necesitan salir al mundo y tener sus propias historias. Nosotras no tenemos noticias de eso y es un ir y volver; por un lado se van, pero cuando tienen un problema, vuelven a ti. Es normal que tu adolescente se meta a su pieza una semana completa y no pesque a nadie, que si le preguntas cómo le va te conteste con monosílabos y no sepas todo el tiempo de su mundo. Lo más probable es que en algún momento te quiera contar alguna historia de sus amigos, algo no muy vinculado con tu hijo, quizás no muy entretenido, pero tienes que hacerte parte, lograr que te interese y entender que esa historia, para ellos, es lo más importante del mundo. Si escuchas esas historias sin sentido y logran captar tu atención, probablemente te busquen cuando estén en algún aprieto.”
En el fondo, más que enseñar a no mentir, tenemos que crear un ambiente en el que no tengan necesidad de hacerlo. Las mentiras de nuestros hijos siempre son en respuesta a las prohibiciones, a las exigencias que les hacemos y que no pueden cumplir. Que tengan la confianza de contarnos que salieron con sus amigos, que fumaron algo, que tuvieron su primera relación sexual es MUY importante, porque podemos guiarlos, enseñarlos a cuidarse, a disfrutar estas experiencias que, aunque nos cargue, son necesarias para el desarrollo. Si prohibimos, harán las cosas igual y nos perderemos tener una relación de confianza con ellos… mientras más grandes se hacen, más peligrosas son las mentiras. Yo recuerdo mi propia adolescencia; tuve la suerte de que mi madre no era prohibidora, entonces hice harto de lo que quise, pero veía a mis compañeras mintiendo, diciendo que se iban a quedar a la casa de una amiga cuando en realidad se iban a una fiesta masiva en la que estaban expuestas a todo. Pasó una vez que a una de esas chiquillas la abusaron en una de esas fiestas y no podía contarle a nadie, porque había ido escondida. Sabía que si le contaba a sus papás, la iban a castigar. No sé ustedes, pero yo lo encuentro espantoso y por eso nunca la olvidé ¿te imaginas a tu hija o hijo le pasa algo así de horrible y no puede contártelo porque antes tiene que admitir que mintió y sabe que eso significará tu rabia? Por eso es imprescindible crear una relación de confianza, en la que no necesiten mentirnos. Más que prohibir, hay que dar permisos con límites: okey, anda a esa fiesta, pero te vamos a buscar a las 2 am. Tuviste esta mala nota, estudia más para mejorarla, te ayudo si lo necesitas. Como ex adolescente y persona que trabaja con adolescentes, les aconsejo que se interesen en serio en las cosas que les cuentan: las series coreanas que disfrutan, los juegos en línea, si subieron de rango en LOL (League of Leyends, un juego online), celébrenles, aunque a ustedes no les parezca relevante. Ojalá pueda importarles en serio y no sea un interés fingido, porque no hay nada más entretenido y relajante que hablar con alguien que de verdad se interesa por tus cosas.
Gaby Carreño
Guionista (mentirosa profesional), ex adolescente, mamá.
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