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La importancia de ponernos a la altura de los niños

Por Macarena Salfate

Muchas veces he visto (incluyéndome) adultos que nos comunicamos con niños desde nuestra altura, pero ¿cuántos centímetros de diferencia nos separan de ellos?

Imaginemos que un día llega un gigante a conversar con nosotras (os) y nos quiere explicar algo, nos quiere llamar la atención porque nos equivocamos o nos quiere hacer una pegunta más íntima. ¿Creen que nos sentiríamos muy pequeños? O tal vez ¿nos asustaríamos? o quizás incluso nos pongamos nerviosos.

Ahora pensemos en las niños y niños con los que nos comunicamos frecuentemente. Parece hasta un poco violento hablarles desde arriba, sin darnos la oportunidad de mirarnos a los ojos y conversar cara a cara. Sobre todo, cuando esta conversación se inicia por una desregulación emocional o para preguntarles por algo que los inquieta o para saber algo personal. Para agregarle más contexto a esto, imaginemos que el niño o niña está llorando o muy enojado y no puede expresarnos bien lo que le ocurre, ¿está bien hablarles desde arriba?

Hablando a los niños desde arriba, debemos parecer un ser gigante para ese niño o niña que nos está escuchando, ya que somos mucho más altos que ellos, además ya representamos para ellos una figura adulta, que puede generarles confianza o no. Entonces, al hablar a la misma altura, podemos mostrarles que estamos en un mismo nivel, lo que facilitaría la confianza.

Pensemos en el vínculo y la confianza que podemos generar si nos acercamos, bajamos hasta su altura y les explicamos que pueden confiar en nosotros, que nos puede contar lo que ocurre o simplemente decirle que todo estará bien.

Generalmente los adultos nos comunicamos con cercanía. Cuando hablamos con una amiga o un compañero de trabajo lo hacemos de frente, cara a cara, generalmente mirándonos. Es lo mismo que deberíamos lograr con nuestros hijos, estudiantes, sobrinos, nietos, etc, para brindar esta confianza tan necesaria y generar vínculos cercanos, certeros y que nos ayuden a conectar de manera óptima con esa personita que un día será un adulto y le habremos brindado estrategias para desenvolverse con confianza.

Las (os) dejo invitados a realizar esta práctica porque facilita la comunicación con las personas, y no debemos olvidar nunca que los niños son personas, son parte de la comunidad y sobretodo de la familia. Por lo tanto, hagámoslos sentir que estamos todos dentro de la comunidad y poder generar comunicación efectiva, que es cuando el mensaje que queremos compartir sea recibido y comprendido.


Macarena Salfate Alegría es profesora de Educación Básica y madre. Cree que es importante compartir lo que nos pasa porque muchas veces la experiencia de una puede salvar a otra y así, apoyarnos con amor y comprensión.

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