Llevamos muchos años escuchando y repitiendo frases del estilo: “Deja de jugar, que toca lavarse los dientes”, “En la mesa no se juega” o “Termina de jugar que toca recoger o vestirse o hacer la cama”.
Y yo me pregunto, ¿por qué separamos el juego de todo lo demás? ¿Por qué no integramos el juego en las rutinas diarias y así no hace falta cortar el juego, sacar al niño de su lugar o incluso desconectarnos nosotros de ese niño que a veces aflora con nuestros pequeños?
Y es que integrar el juego en las rutinas diarias puede ayudarte mucho a ser ese compañero saludable para la infancia.
Cada vez que facilito un taller, este tema es de los más recurrentes. Proponer recursos para situaciones que compartimos muchas personas, que experimentamos a diario y que en todas las familias se viven, es uno de los mayores regalos que me puede hacer la maternidad.
¿Cómo incorporar el juego en las rutinas diarias?
En este artículo voy a proponerte un par de juegos para distintas situaciones que vivimos a diario.
- Lavarse los dientes. Como primer tip a la hora de lavarnos los dientes, te diré que un reloj de arena ayuda mucho. Así el concepto tiempo se ve mejor y durante el tiempo que dura el reloj (2 minutos según tengo entendido), cepillarse y cepillarse.
- El cepillado es muy divertido y suena diferente según abres o cierras la boca. Si vas más o menos rápido o si lo haces más o menos fuerte. Con ese juego de movimiento, velocidad o presión puedes crear una bonita melodía. Y si lo haces con alguna otra persona a la vez, una banda de rock está asegurada.
- Contar historias mientras uno lava al otro la boca. Si lo hacéis el uno al otro, ya suele ser divertido. Y si además le ponéis mucha imaginación a cada cepillado o diente, puedes ir viajando a distintas montañas, saltar por diversos lugares, volar, caer en lagos, en dragones, monstruos o cualquier sorpresa que la imaginación de un niño pueda darte.
- Vestirse. Un tip que nos ayudó mucho en un momento de nuestra vida fue preparar la noche anterior la ropa. La elección de la ropa para ir a la escuela supuso un problema por las mañanas, así que llegamos al acuerdo de elegirla por la noche. Y desde entonces, esa situación no volvió a repetirse (salvo cuando llovía y no lo esperábamos)
- Cuando les gusta jugar con muñecos, una opción que suele funcionar es que el niño vista al muñeco y tú al niño. Además, la conversación, risas y diversión están aseguradas. Eso sí, mejor ir con tiempo para así no tener problemas. Es un juego que suele alargarse.
- Mientras le ayudas a vestirse o mientras se viste por sí solo, pueden pasar “cosas” en el ambiente. Un terremoto mientras se pone la manga (y le mueves el brazo por ejemplo. Aunque si no le gusta el contacto o no le apetece en ese momento, puedes hacerlo sin contacto físico, jugando con los sonidos o con que seas tú el que sufre las consecuencias de que la naturaleza hable). También puede haber bichitos que suben por las piernas o por cualquier parte del cuerpo. El viento soplando, el calor, el frío abanicando, y seguro que se te ocurren muchas más ideas a partir de ésta.
- Comer en la mesa. Este tema me supone a menudo muchos debates. Tengo muy claro que en la mesa se juega y que jugando se come más y mejor. Sin embargo sé que mucha gente no opina lo mismo. ¿Tú qué piensas?
- Nos gusta bendecir la mesa, aunque no somos una familia religiosa. Sin embargo, agradecer que podemos comer, nos parece muy bonito. Nos damos la mano todos y decimos algo que Cloe aprendió en su Escuela “Gracias Tierra, gracias Sol, por estos alimentos que tomamos hoy. Que aproveche, que aproveche”. A comer! Y te diré que desde que comparto esta melodía, muchas personas me han contado cómo lo hacen ellos, y hay multitud de opciones super lindas para este momento tan bonito.
- Vela en la mesa. Esto de poner una vela en la mesa es un concepto que conocí con la madre de día de Cloe. Se dice que encender una vela ayuda a la concentración, y si se convierte en rutina, a centrarnos en lo que estamos haciendo, ayudando a cambiar de espacio o lugar. Pasamos de jugar en un lugar a jugar en otro, o a comer y compartir. A raíz de ello, nosotros usamos la vela a veces para cenar. Y aprovechamos a jugar con ella. Solo la usamos al principio, como para compartir cómo nos ha ido el día. O también para hacer ejercicios de pranayama, viendo quién puede o no apagar la vela soplando despacito. También con la vela nos regalamos mensajes y procuramos que vayan volando de un lado a otro. Nos encanta la vela y nos regala momentos muy bonitos.
- Salir de casa. Aunque salir de casa no es tarea fácil siempre, hay algunos juegos que pueden ayudar a lograrlo.
- Crear un circuito. Si preves que puede complicarse el momento de salir de casa, ¿has probado a montar un circuito por la casa y que el final esté fuera de la puerta? Cuerdas, aros, saltos, sofás, cojines… Puedes hacerlo más o menos complicado, con los niños colaborando o sin ellos, más de sorpresa… Suele funcionar aunque no puedo asegurarte que siempre lo logres.
- ¿Sabías qué? El sabías qué es un juego que nos sirve para muchas ocasiones. Y para salir de casa también puede funcionarte. ¿Sabías que la piedra de fuera de casa suena diferente a la de dentro? Probar, sonar, escuchar y comprobar. ¿Sabías que fuera hace frío? ¿Vienes a sentirlo? ¿Sabías que hay fuera x ó y cosa que puede resultar interesante? ¿Sabías que he logrado saltar a la cuerda durante 20 veces seguidas? ¿Quieres verme? A mí me encantaría. Y ahí quizás podéis compartir un momento saltando.
Irse a la cama también es uno de los temas más recurrentes. A mí hablar del cuento de buenas noches me da para mucha información, así que si tienes interés en estos temas, háznoslo saber y preparamos nuevo contenido con más propuestas y más rutinas.
Cristina Saraldi
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