Vivimos en una sociedad elitista, altamente competitiva. Pero qué pasa cuando mujeres nos enfrascamos en batallas sin sentido con nuestras congéneres. Si bien puede explicarse con la presión social, existe un perfil de mujeres que rivalizan con otras mujeres como bandera de lucha. Que buscan distintos pretextos para hacerlo y que se disfrazan en excusas frágiles para justificarse ¿Qué opinan?
Parece que el orden cultural nos obligara a competir entre nosotras. A veces pareciera que se busca el mantener la desunión. Se viralizan ideas como que usamos ropa linda para que nos miren otras mujeres, que no existe un consejo adecuado si viene de otra mujer, etc. Finalmente, e insertas en esta lógica, nos cuesta sentirnos seguras, tendemos a desconfiar desde pequeñas en las demás y a desear lo que las otras tienen, lo cual genera que nos defendamos día tras día y que cumplamos la profesía que nos enseñaron (“no existen amigas de verdad”). Pero si te fijas también nos enseñan a que los hombres no son amigos, sino que quieren algo más… Entonces al final todo indica que no debemos creer en nadie y que debemos desconfiar de todos. Eso claramente no es sano.
Toda esta rivalidad femenina tiene que ver con un tema más bien histórico, en donde la mujer vivía reprimida (y aún en muchos ítems) entonces debía sobresalir para llamar la atención del hombre, ahora esto se extrapola al ámbito laboral, social etc. No se queda en la elección de pareja: te has fijado que si en una relación de pareja las cosas no funcionan por presencia de otra mujer canalizamos toda nuestra energía en odiarla a “ella” en vez de darnos cuenta quiénes de verdad tienen la responsabilidad de lo sucedido (desplazamos nuestra rabia hacia la figura de una “enemiga” y sacamos el foco de nosotras mismas, del chico en cuestión y de la relación que es lo verdaderamente analizable). Esto nos limita en aprendizaje, en crecimiento y nos deja mirando desde un solo lente. Debemos ampliar nuestra observación, analizar, analizarnos.
Es importante explorar en la inseguridad, que podría ser un factor fundamental en el competir constantemente con las mujeres, y hacer consciente que si es que nos cuesta ver lo positivo en otra es porque pensamos que si ella lo tiene nosotras no, entonces es como si nos quitara algo. Si lo ponemos en palabras nos damos cuenta lo ridícula de la situación porque perfectamente podemos tener varias un mismo atributo.
Si nos vemos inmersas en esta dinámica tan tóxica en varios casos se sugiere que enfoquemos la energía. Partamos alegrándonos por los triunfos de las demás y observando la manera en que los han conseguido, para que sea un aprendizaje y un aporte. Simple.
Es necesario construir relaciones interpersonales sanas, el llamado es a no actuar con prejuicios, a acercarte y ser tu misma.
Claramente la forma de actuar con otras mujeres la vamos a heredar de nuestra relación (a que ya adivinaron!) con nuestra madre. La primera disputa con el género será la competencia que hemos tenido por la atención de nuestro padre. Va a depender de cómo hayamos salido de esa primera experiencia, el lugar que ocuparemos frente a nuevas relaciones con lo femenino.
Es sumamente importante que nos conectemos con nuestras fortalezas y debilidades, así vamos a saber qué tenemos para aportar a nuestro entorno y qué debemos aprender. Desde ahí nos moveremos con sinceridad frente a lo que somos (y lo que no somos) y con seguridad. Si hay algo que queremos lograr entonces enumerar los pasos necesarios para cumplir los objetivos y sueños. E ir por ellos!
El llamado es a tratarnos con más cariño, si las mujeres fuéramos solidarias entre nosotras mismas, si nos uniéramos, nos quisiéramos y ayudáramos entre nosotras seríamos una tremenda fuerza. Un muro invencible. Seríamos un tremendo grupo de contención y de fuerza femenina. No se imaginan todo lo que podríamos lograr juntas.