Desde una palmada en el trasero hasta coscorrones o tirones de pelo. Es probable que todas hayamos recibido más de alguna vez este tipo de “correctivos” en nuestra infancia.
El problema es que frecuentemente escuchamos frases del tipo: “Pero si una palmadita no le hace nada”, intentando naturalizar este tipo de acciones, que errónea y lamentablemente, aún se consideran como una herramienta válida a la hora de querer educar a nuestros hijos.
Por esto, es importante saber que cualquier tipo de golpe, es violencia. Y recibirlos en la infancia acarrea graves consecuencias en la adultez.
Así lo determinó un estudio de la Universidad de Texas y de Michigan, donde analizaron los datos de 150 mil niños durante un período de 50 años, para determinar las consecuencias de haber recibido golpes en la infancia.
La investigación determinó que quienes recibieron palmazos en el trasero y castigos durante la infancia, tienen mayores posibilidades de desarrollar en la adultez comportamientos antisociales, enfermedades de salud mental, mala relación con los padres y baja autoestima, entre otras cosas.
La autora del estudio, Elizabeth T. Gershoff, indicó que “no hay pruebas de que las nalgadas sean beneficiosas para los niños y toda evidencia apunta al riesgo de que haga daño”.
¿Qué dice la OMS?
De acuerdo a una publicación de Clarín , La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el maltrato infantil como “los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye entre las formas de maltrato infantil”.
Además, la OMS advierte que un buen desarrollo y funcionamiento adecuado del cerebro, dependen de los cuidados y de los buenos tratos recibidos sobre todo antes de los 5 años, a fin de lograr la normal secreción de neurotrofinas, responsables del adecuado crecimiento de las neuronas.