¿Estoy embarazada y es todo color de rosa?
Se supone que sí, no se…debería ser. Es lo que se escucha siempre desde que tenemos memoria: que en el embarazo estás radiante, que debes estar muy emocionada por conocer a tu guagua y feliz por la nueva etapa…que te va a pasar lo más lindo que te ha pasado en la vida.
¿Pero qué pasa si no es así?
En el embarazo la vida sigue sucediendo: rupturas amorosas, cierre de etapas, pérdida de un ser querido, duelo por dejar algo atrás, etc.
¿Y que pasa con el bebé en gestación?¿le afecta? Si, le afecta. Y ahí la cosa se vuelve peor, ya que además hay que lidiar con la presión de estar bien “por tu guaguita”. Sin embargo, cuando hablo de que le afecta, no es con una connotación negativa, si no que desde la perspectiva de que SIENTE lo que pasa en su entorno, de lo que se puede sacar una ventaja muy grande, sobre todo cuando no estamos en el mundo rosa.
Tu cerebro, al sentir distintas emociones, libera químicos. Eso es lo que permite que tu guagua sienta parecido a ti. Digo parecido (y no igual), por qué lo que siente tu hijo(a) son sensaciones momentáneas y no asociadas a una circunstancia o persona fija. Es como cuando te pinchas un dedo: en el momento te puede haber dolido, pero inmediatamente después de eso, ya no duele. Y si recordaras ese episodio dos días después, tampoco te volvería a doler. Eso es una sensación, distinto de la emoción.
Somos expertos en bloquear las emociones negativas, pero la mayoría de las veces (por no decir todas) esto empeora la situación. Si se bloquea, se hace que nada pasa o simplemente no se permite tener pena, es muy probable que explote más adelante elevando su intensidad. Recordemos que el problema no está en la emoción/situación, si no en como lo llevamos.
¿Entonces, qué hacer?
– cuéntale a tu guagua lo que está pasando: esto suena muy espiritual, pero tiene una base biológica muy lógica. Es cierto que no sabe hablar aún, pero recuerda que compartes tu cuerpo lo que siente tus pensamientos. Si le cuentas y le transmites seguridad, haces que su adaptación sea sana y acompañada (estoy pasando por un mal momento por X razón, necesito unos días para procesarlo y entenderlo, pero luego de eso ya estaré mejor y tranquilos los dos).
– no es el momento para demostrar nada a nadie: el embarazo trae muchos cambios físicos y emocionales que AGOTAN (y a veces agobian). si quieres dedicarte a ti, hazlo. Tu y tu guagua lo necesitan.
– asiste a círculos de embarazadas o talleres: bajar la ansiedad del parto y rodearse de mujeres que están en la misma situación que tu puede ser muy reconfortante (y hasta amigas nuevas se encuentran).
– saca la culpa: esto es muy importante. La culpa no te lleva a ningún lado y solo aumenta la ansiedad. No eres una mala madre por no estar más feliz que nunca en la vida. No eres mala madre por llorar cuando lo necesitas. Cada uno tiene sus procesos y tiempos.
– pide ayuda: si crees que es necesario, puedes consultar a un terapeuta y usar la terapia que más te acomode a ti. Recuerda que no es para borrar nada, sino para sanar.
En este momento tu único deber es velar por tu bienestar y el de tu guagua: todo lo que te lleve a eso, no solo es tu derecho sino que también tu RESPONSABILIDAD. Soy partidaria y camiseteada de que para tener un niño feliz, se necesita a una MAMÁ FELIZ.
María Jesús Leturia I.
Doula
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