Desde el momento en que nacen y comienzan sus primeros años de vida, los niños se ven inmersos en distintos cambios físicos y emocionales. Constantemente están alcanzado nuevos logros y, como padres, vemos que día a día van adquiriendo distintas habilidades.
“Estos hitos del desarrollo son progresivos y tienen edades de aparición determinadas, pudiendo darse casos en que se presenten un poco antes o un poco después. En caso de que el atraso sea superior a lo permitido, el pediatra lo derivará según corresponda”, explica la Dra. Jimena Yáñez, pediatra de Clínica INDISA.
¿Qué es la estimulación temprana?
Las profesionales de Clínica INDISA, Carolina Silva Yarur y Nicole Basualto Arancibia, kinesióloga y terapeuta ocupacional respectivamente, nos explican que “por estimulación entendemos todas las acciones que van dirigidas a que tu bebé pueda dominar de manera gradual habilidades cognitivas, motoras, socioemocionales y de lenguaje”.
“Esto significa entregarle experiencias que le permitan explorar el mundo que los rodea, como las personas, objetos, espacios de movimiento, entre otros, entendiendo que tendrá su propio ritmo de desarrollo y sus características individuales”, aseguran las especialistas.
La estimulación temprana se puede realizar desde la primera infancia hasta los 7 años.
¿Por qué la estimulación temprana?
Se ha demostrado que los primeros 3 años de vida son de crucial importancia para el desarrollo de nuestro sistema nervioso, ya que se genera la mayor cantidad de conexiones neuronales, lo que posteriormente se expresa en los ámbitos cognitivo, motor, sensorial y socioemocional del niño.
Se desarrollan las habilidades de:
Mejora de la motricidad: esta busca que el bebé pueda desarrollar tanto movimientos de motricidad gruesa, como gatear o caminar, controlar y levantar su cabeza y mover las manos y pies con mayor facilidad, así como los de motricidad fina, como utilizar los dedos, coordinación de los ojos y sus manos y agarrar objetos, entre otros.
Comunicación: a través de distintos juegos, se le ayuda al bebé a utilizar su lengua y sonidos en forma de comunicación. Lo mismo con el resto de su cuerpo.
Mente: con las distintas actividades, se busca desarrollar y mejorar el funcionamiento neuronal, generando mayor estímulo.
Desarrollo personal y autoconocimiento: con distintos métodos, se persigue que el pequeño se conozca y sea capaz de ocupar su cuerpo para suplir algunas de sus necesidades, entendiendo sus capacidades.
Potenciar la adaptabilidad: se logra al trabajar de manera temprana en habilidades que lo ayudan a desenvolverse en el entorno a corto y largo plazo, ayudándolo a superar y abordar sus limitaciones.
Las especialistas señalan que “los estudios nos muestran que el cerebro de una guagua se desarrolla a una velocidad impresionante durante sus primeros años, pero este desarrollo depende mucho de la estimulación que reciba del ambiente que la rodea”. Agregan que asimismo, “un niño poco estimulado en sus primeros años tiene más riesgo de tener dificultades después en su aprendizaje, relaciones sociales y rendimiento escolar, entre otros problemas”.
Es así como “las experiencias tempranas importan mucho, ya que son las bases para lo que todos deseamos, un desarrollo armónico y autonomía en las tareas relacionadas a su edad, las cuales le permitirán al niño desenvolverse en sus medios y resolver los problemas y toma de decisiones que se vayan presentando”, explican.
¿Qué ejercicios se hacen?
En un espacio seguro para la exploración libre y la ejercitación autónoma de sus habilidades en desarrollo, durante las actividades libres del niño vamos generando interacciones e incorporando materiales relacionados con lo que está realizando. Por ejemplo:
Si está intentando gatear, animarlo, ponerle algún juguete que pueda alcanzar.
Si está haciendo sonidos, imitarlos, “hacer una conversación”.
El rol del adulto es animarlo, acompañar su exploración e introducir cambios en el espacio o materiales a medida que el niño lo requiera.
¿Que deben lograr los niños en cada edad?
De acuerdo con la pediatra Jimena Yáñez, hay que estar atentos al desarrollo que muestran nuestro hijos, por lo que una guía rápida para saber si están bien en sus habilidades por edad es la siguiente:
Niños y niñas de 2 años
Pueden correr, patear una pelota y abrir una puerta.
Saltar en el lugar con ambos pies y subir escaleras sin alternar los pies.
Imitar actividades domésticas.
Señalar partes del cuerpo, decir su nombre y bailar.
Poder dibujar una línea.
Niños y niñas de 3 años
Lograr saltar con ambos pies. subir y bajar escaleras alternando los pies.
Saber andar en triciclo.
Utilizar el “yo”, diferenciar sexos y preguntar ¿por qué?
Ayudar a vestirse y poder comer solo.
Saber dibujar una cruz y un círculo.
Niños y niñas de 4 años
Poder cantar una canción y relatar historias.
Saber su nombre y apellido.
Distinguir fantasía de realidad.
Preferir jugar en grupo.
Saltar en un pie y avanzar saltando.
Niños y niñas de 5 años
Vestirse sin ayuda.
Saber contar con los dedos y dibujar algunas letras.
Ensayar el lenguaje; les gusta repetir rimas y trabalenguas.
Dibujar una figura humana con cabeza, cuerpo, brazos y piernas.
Poder copiar un cuadrado y un triángulo.