Por Macarena Salfate
¿Cuántas veces hemos tenido ganas de ser quien hace la pataleta?
Miramos a los niños y niñas que nos rodean, ya sea en nuestras casas, en el supermercado, en el colegio, en nuestro barrio, y vemos que no importa qué tan pequeños o grandes sean, más de alguno hace una pataleta. Y, ¿qué pasaría si la hago yo?
Muchas veces nos ocurre que el cansancio pasa la cuenta, que nos sentimos estresadas y queremos gritar, llorar y abandonar responsabilidades.
Pero miramos al lado y no podemos, somos el ejemplo, somos el adulto, somos el ente responsable de todo y uff, es abrumador.
A pesar de que ese es nuestro rol, ¿a quién no le ha pasado que COLAPSA?
Sí, colapsa y manda todo a la punta del cerro; colapsa y se enoja; colapsa y le grita a todo aquel que se atraviese; colapsa y llora.
Y… ¿es bueno o malo que nos vean así?
Si bien, al ser adultos tenemos más herramientas socioemocionales para autorregularnos, déjenme decir que somos PERSONAS y podemos colapsar.
y… ¿qué le decimos al niño o niña que nos está mirando?
¿Qué tal si le explicamos que estamos cansadas, que nos agotamos, que a veces necesitamos llorar, enojarnos y patalear?
La verdad es que, contando mi experiencia, he sentido mucha culpa después de un colapso; después de gritar; después de que me vean llorar. Pero ¿por qué juzgarnos? Si somos nuestro refugio, somos el sostén de nosotras mismas y necesitamos esa fortaleza para apoyar a los niños y niñas que nos rodean.
Ojalá modelar esa fuerza que tenemos, mostrando que somos capaces de sentir que caemos y luego levantarnos, aunque eso demore tiempo, aunque necesitemos pedir ayuda.
Recordar que hay días muy malos donde vamos a caer, vamos a sentir que nos hundimos, vamos a querer renunciar a todo.
Y no debemos olvidar que…
Lo más importante es abrazarnos, es sentirnos y reconocer que ES VÁLIDO COLAPSAR y dejar de culparnos por no poder con todo. Porque podemos con eso y mucho más.
¡Permitámonos sentir emociones positivas y negativas!
Macarena Salfate Alegría es profesora de Educación Básica y madre. Cree que es importante compartir lo que nos pasa porque muchas veces la experiencia de una puede salvar a otra y así, apoyarnos con amor y comprensión.