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Es nuestra culpa

No importa qué haya sucedido, si estábamos ahí o nos manteníamos lejos; no importa si dimos mucho o damos poco; no importa si intentamos evitarlo o no… siempre tenemos la culpa. Es ese sentimiento que nos invade desde la cabeza a los pies y que nos deja presa de una sensación de malestar diaria, una sensación que provoca que demos vuelta a la misma idea en nuestra cabeza durante semanas y que luego tiña todo nuestro desempeño diario.

Dicen que el ser madre va de la mano de la culpa, pero ¿por qué?. La razón básicamente radica en que durante 9 meses pudimos entregarle todo y ser un-todo con nuestro hijo, situación que cambia con el nacimiento: podemos seguir entregándonos por completo pero es un ser aparte nuestro, esta lejos de nuestro cuerpo por lo tanto no podremos satisfacer 100%. Esto hace que siempre sepamos que hubo algo que pudimos hacer mejor, lo cual es verdad, y que nos genera profunda tristeza porque al que estamos poniendo en juego es a nuestro hijo/a (parte de nuestro cuerpo fuera de éste). Ahora, haciéndolo consciente, conversando con otras madres, analizando la culpa nos sentiremos mejor porque nos daremos cuenta que todas sentimos lo mismo, todas somos culpables y juntas, acompañadas y contenidas podemos tolerarla mejor.

Podemos hacer una distinción entre el sentimiento de culpa que manifestamos la primera vez hacia nuestro recién nacido, de seguro esta lleno de angustia y tristeza; este no nos va a abandonar jamás pero va mutando y ya, a medida que crece nuestro hijo, existe pero sin el monto angustioso que tienen que ver con un miedo ligado a nada exactamente. En palabras simples: a medidas que tu hijo va creciendo te vas angustiando menos y te vas a ir dando cuenta que a pesar que no eres super poderosa, das lo mejor y eso calma.

La culpa va ligado a lo femenino, si analizamos desde tiempos remotos la mujer es la culpable de grandes desastres: ¿quién le dio la manzana a adán?, y desde ahí suma y sigue, lo femenino es excusa para generar grandes guerras, para separar familias, etc. Piensa y verás que nosotras mismas también nos echamos la culpa entre nosotras: si es un mal hombre: “es que no tuvo madre”, y así ofensas más coloquiales que indican que siempre la mujer es sobre quién cae la culpa. Por esta misma razón nos sobre exigimos, por esta misma razón debemos hacer todo perfecto y así y todo nos falta. El llamado es a detenernos un poco. Detengámonos, potenciémos lo que hacemos y bien. Creámonos el cuento y empoderémonos.

Una buena sugerencias es comenzar a evitar culpar a otras mujeres, solidaricemos entre nosotros, miremos lo bueno de cada una. De esa manera lograremos no ser tan criticas con nosotras mismas mientras continuamos viviendo en una vorágine que nos critica a diario y que puede llevarnos a caer en dificultades severas.

 

*puedes leer más notas interesantes en la revista “Mamá y bebés & Kids” donde fue publicado este tema,  a pedido de su editora Macarena Pye.

 

Varinia Signorelli

 

 

 

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