Existen pocas ocasiones en la vida, en que la sincronía se da de manera tan mágica como en estos momentos.
Y es que resulta que por currículum en educación preescolar correspondía hablar acerca del Sistema Solar, lo que coincide con el eclipse solar, que ocurrirá este martes 2 de julio y que podrá apreciarse en su mayor amplitud desde el norte de nuestro país.
Una oportunidad perfecta para generar el interés de niños y niñas por temas sobre el sistema solar, el universo y el espacio. ¿Pero cómo motivarlos? ¿cómo evitar que sientan temor?
Antes de contestar estas preguntas, te invito a pensar cómo te hubiese gustado aprender cuando eras niña o niño. De seguro coincidimos en ocurrencias como: “¡Montando una obra de teatro con mi curso!”, “¡que mi papá hubiese creado una nave espacial!”, “¡Que mi mamá se hubiese disfrazado conmigo de astronauta!”, “¡Que hubiese hecho un viaje en familia para ir conocer tal lugar junto con mis hermanos!”.
Si te fijas, el denominador común de las ideas mencionadas anteriormente, es que en todas ellas hay una emoción positiva a la base, que genera una interacción con un otro, es decir, una relación significativa.
Pues bien, es así como se logran los mejores aprendizajes de la vida. Cuando ocurre un aprendizaje, es porque en nuestro cerebro se han dado una serie de condiciones para que ciertos contenidos queden anclados en nuestro sistema por mucho tiempo, los que generarán conexiones neuronales que nos servirán para poder manipular la realidad y de ese modo crear nueva información, la cuál puede ser llevada a la práctica tanto en la vida escolar como personal con resultados efectivos. De este modo, nos damos cuenta que hemos aprendido.
Sin embargo, hay una manera en que este proceso se da de manera más efectiva, y esto ocurre cuando experimentamos la realidad de un modo concreto. Es decir, cuando tenemos experiencias que nos permiten acceder a las cosas sensorialmente. En esa forma la información que podemos obtener queda enriquecida por cada uno de los sentidos que nutren nuestro cerebro.
El poder de las emociones en el aprendizaje
¿Y qué pasaría si además de todos estos procesos cognitivos, sumamos nuestras emociones? Cada experiencia que tenemos en nuestras vidas, por imperceptible que parezca, queda registrada bajo el alero de las emociones y en el caso del aprendizaje con mayor razón aún.
Cada experiencia de vida que tenemos queda asociada a una emoción en particular: miedo, alegría, tristeza, asco, rabia y sorpresa; cada una de ellas cumple una función tan importante en nuestro organismo que incluso nos permiten salvar nuestra propia vida, dado que activan nuestros sistemas de alerta.
Sin embargo, aquí hay un punto que resaltar: Cuando nuestro cerebro recibe la señal de alerta emanada por una emoción de miedo (por ejemplo, al sentir ruidos extraños en la casa por la noche cuando todo esta oscuro), nuestro cerebro claramente está muy preocupado de tratar de descifrar dicho estimulo de manera urgente, y no se encuentra apto para ingresar nuevos contenidos a este mismo. Por la tanto, intentar resolver la suma 2+2 en este momento, puede resultar muy difícil para nuestro cerebro, porque está pendiente de resolver una pregunta que puede resultar vital para nuestra supervivencia, sobre todo si aún se es un niño pequeño.
Si por el contrario, un día de invierno jugando con mi mamá a los marcianos en casa junté dos piedras que me encontré en el patio más un palito de dulce que se comió mi mamá, más un palito de helado que se comió mi papá y me pregunto “¿Cuántos objetos tengo en mi mano?” Mi cerebro en formación ya no está en alerta y puede dar paso a recibir diversos contenidos de cualquier parte y de variados niveles de dificultad. Está en calma registrando esta experiencia desde la emoción de la alegría.
Por eso ocurre que cuando se está enseñando a un niño bajo situaciones que los estresan, con frases del tipo: “Rompiste tal cosa… ¡Estás castigado! ¡Te vas a estudiar!”, la emoción que se registra en esa experiencia es de tristeza y nuestro cerebro no está apto para incorporar contenidos en ese momento, pues la tristeza tiene la función de evacuar una experiencia de agobio (y negativa por lo demás).
Me ha tocado en repetidas ocasiones escuchar en consulta o entrevistas de apoderados frases como aquella y luego a los padres y apoderados preguntándose “¿Por qué le va mal a mi hijo o hija en el colegio?”. Una de las razones que podríamos incorporar, es que en muchas ocasiones se ha planteado el estudio o el aprender como un castigo, un momento donde el niño o la niña está sola tratando de resolver algo que no entiende, desmotivado, preocupado por una situación familiar, alguna pelea con un amigo ¡y más encima castigado! ¿El estudio es acaso un castigo? ¿O debe ser una oportunidad para explorar, inventar, descubrir y estimular nuestra curiosidad?
Para ser efectivo, el aprendizaje debe operar desde la emoción de la alegría y no desde el miedo o la tristeza que puedan provocar la amenaza implícita o explícita de un castigo (en otra columna abordare el tema de los castigos en extenso).
La clave para un aprendizaje efectivo
Para generar un aprendizaje efectivo debo entonces conjugar un contenido como: definición de un eclipse solar, con una actividad como pintar con tempera una caja que será mi nave espacial. En que me relaciono con otro, disfrazándome de astronauta con mis papas, por ejemplo. Así llevará aparejada la emoción de la alegría.
De ese modo estoy generando una experiencia significativa, donde las conexiones que establece mi cerebro en torno a ese concepto son agradables y no representarán ni estrés ni amenaza.
De esta manera, cuando en el colegio en clases de ciencia el día de mañana la profesora hable sobre este tema, mi cerebro apelará a la información que recibió de mis sentidos, la emoción que experimenté. En otras palabras, apelará al recuerdo y considerando que la palabra recordar proviene del latín recordari que significa ”volver a pasar por el corazón” me atrevería a señalarlo como una triada del hacer + pensar + crear desde el corazón.
Aprovecha el eclipse solar
El eclipse solar nos brinda una gran oportunidad para sostener conversaciones gratificantes y experiencias significativas con nuestros hijos en torno a este fenómeno, y más aún, motivarlos a seguir descubriendo acerca del universo, la ciencia, la lectura, entre tantas opciones que nos entrega este momento. Pero ¿Cómo hacerlo?
A continuación comparto algunas ideas que te podrán ayudar a hacer del eclipse solar una aventura súper especial junto a tus hijos.
Muéstrale libros
Una opción rápida son los libros, hoy en día existen muchas librerías que trabajan literatura infantil con formatos súper entretenidos y adecuados para cada etapa de desarrollo. Una de ellas es la Librería Alapa donde adquirí el Libro “El universo: Ciencia y Ficción, ¡que (no) te cuenten cuentos!” De María Teresa Ruíz y Margarita Schultz que contiene ilustraciones divertidas y claras para explicarles a los niños distintos conceptos acerca del sistema solar, los planetas, el universo, como se producen los eclipses, entre otros. Lo que me gusta de este libro es que viene en formato de preguntas, que es una muy buena estrategia de aprendizaje para activar el cerebro a conseguir la respuesta… ¡toda una misión! En esta misma librería también encontré muchos títulos que puedes revisar en mi cuenta de Instagram.
Disfraz de astronauta
Encontré un disfraz absolutamente estelar de la marca Dactic, ¡con tarjeta de identificación y todo incluido! Con este disfraz son innumerables los juegos que podemos inventar. Mamá puede usar los guantes, papá el casco y así todos involucrados en una historia que podrían crear todos juntos: “Había una vez…”
Crea un sistema solar
También existen las clásicas pelotas de plumavit que podemos encontrar en librerías. Así podemos armar nuestros propio sistema solar y explicar cómo es que ocurre este fenómeno. Podemos pintarlas con tempera, envolverlas con plastilina, armar una especie de móvil y colgarlo en el techo de nuestro dormitorio. Incluso podríamos hacer galletas con forma de sol, luna, planetas, estrellas. ¡Mmm que sabroso!
Documentales y muñecos
Barbie sacó este año una línea de muñecas vestidas con distintos uniformes de profesiones y oficios. Existe de futbolista, piloto de avión, bombera y por supuesto ¡de astronauta! Perfecta para incluirla en esta dinámica.
Además, podemos crear naciones, hacer un dibujo sobre cómo ha sido esta experiencia de ver el eclipse con la familia, los amigos, etc.
Y si quieres conocer acerca del comportamiento que tienen los animales cuando ocurre un fenómeno como este, la serie de Netflix llamada “Puffin Rock” (temporada 2 episodio 13) relata una historia que se llama “Día y Noche” en que los protagonistas de esta serie, una familia de aves de la especie de los frailecillos, van a vivir un eclipse solar y se organizan con sus demás amigos para poder verlo.
Como puedes ver opciones hay muchas, solo necesitas aventurarte a generar experiencias que queden registrados desde el corazón de tus niños, y sobretodo extrapolar estos ejemplos a un sinfín de contenidos escolares que resultan muy entretenidos de compartir con tus hijos en cualquier momento con lo cual además aportas a potenciar su capital cultural.
Por María Alejandra Ponce, Psicóloga Escolar e Infanto Juvenil
IG: @AJugarMaria