Cada vez toma más sentido el poder concientizar sobre la lactancia materna, sobre todo en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna (desde el 1 al 7 de agosto del 2019).
Y es que no somos las mismas mujeres que hace diez o veinte años se avergonzaba al amamantar en público a su guagua temerosa de las miradas ajenas directo a sus pechos, o que le daban fórmula artificial porque así lo indicaba el pediatra y lo que él dijera era ley, sin siquiera cuestionarse la capacidad mamífera del poder alimentar a su cría de forma exclusiva. La lactancia materna ha tomado un rol imponente e incluso político, en el que todos somos parte como sociedad. Es por ello que para seguir avanzando debemos seguir visibilizando e informando.
Si bien la lactancia en términos prácticos es un método de alimentación, la mirada desde la nutrición, el apego, la relación madre-hijo dice mucho más. No solo entrega absolutamente todos los nutrientes que tu hijo o hija necesita hasta el sexto mes de vida, y se complementa con la alimentación sólida hasta el infinito, (cabe destacar, que la OMS dice que después de los 2 años no hay problema en mantener la lactancia materna, mientras la madre y el bebé así lo deseen), también se genera desde el primer momento de vida eso que llamamos “apego”, que básicamente es la cercanía entre madre e hijo, donde la guagua ve a su mamá como una figura de protección y calma frente a situaciones de estrés.
La lactancia es absolutamente perfecta, aunque yo sé que todas las madres me dirán que estoy loca, y que no todos los intentos de lactancia son exitosos, muchas veces la falta de información o el exceso de la misma, la inseguridad y la frustración son causas de una lactancia fallida. Sin embargo, como bien dice el dicho “la información es poder”, si logras identificar ciertos cambios durante la lactancia, sabrás cómo actuar en el momento adecuado antes de pensar en abandonarla.
Crisis de lactancia o brotes de crecimiento
Primera crisis: 17 y 20 días de nacido
Uno de los primeros cambios ocurre antes del primer mes de vida de tu guagua, entre los días 17 y 20, y es la primera crisis de lactancia, estas llamadas “crisis” ocurren porque hay brotes de crecimiento, es decir, tu guagua está creciendo más rápido y necesita mucha energía, o de lo contrario, frena su crecimiento y mama mucho menos ya que sus requerimientos energéticos disminuyen, por lo que sabiamente, toma más o menos leche de lo habitual, según sea el caso.
Segunda crisis: 3 meses
La tercera semana de vida se destaca por aumentar sus requerimientos nutricionales y mamar más frecuentemente.
Por fortuna durante los tres primeros meses de lactancia tus pechos producen leche día y noche sin descanso, manteniendo una disponibilidad 24/7, esto se frena a los tres meses, donde la lactancia se establece y se deja de producir con tanta facilidad, y es ahí donde ocurre la segunda crisis y en concreto, la más terrible y causal de muchas deserciones.
Y es que resulta que desde este momento los pechos solo producen la leche que el bebé pide, incluso se demora en bajar unos minutos al iniciar la mamada, esto es lo que más irrita a tu guagua, obvio porque hasta hace un par de días tenían lo que querían cuando ellos querían y a destajo, y ahora tienen que esperar a que después de un largo rato succionando recién salga algo de leche. Esta crisis dura alrededor de 2 semanas, aunque es la más larga y estresante, termina pasando, solo hay que ofrecer lactancia a libre demanda, para así no frenar la producción de la misma, ya que la leche se forma a medida que el bebé succiona, aumentando las hormonas prolactina y oxitocina, encargadas de producir y eyectar la leche, respectivamente.
Tercera crisis: al año de vida
La tercera crisis ocurre al año de vida, el motivo es totalmente opuesto al que ocurría las primeras semanas de nacido, ya que a los doce meses los niños frenan su crecimiento y por ende, sus necesidades nutricionales se adaptan a su desarrollo, a veces tomando menos pecho o siendo más selectivo con la alimentación complementaria. Lo importante es no dejar de ofrecer ambos alimentos, ya que pese a que su velocidad de crecimiento se reduce, este no para, y vuelve a aumentar su velocidad entre los quince y dieciocho meses.
Si bien, las crisis de lactancia están bien determinadas, sabemos que cada niño es un mundo y no necesariamente le ocurre a todos, o de la misma manera, lo importante es saber qué ocurre y saber cómo abordarlo.
Episodios desconocidos detrás de la lactancia
Muchas veces ocurren cambios que se asocian a crisis de lactancia. Sin embargo, no tiene que ver con brotes de crecimiento necesariamente. Por ejemplo, a los cuatro meses los bebés regulan su sueño y despiertan más veces durante la noche, generando más tomas nocturnas (cada dos horas aprox.) para conciliar el sueño, lo que coincide con la mayor producción láctea en la noche versus durante el día.
A los ocho meses se generan despertares abruptos causados por “angustia por separación”, a esta edad los bebés entienden que son seres independientes de sus madres, y al sentirlas lejos, recurren a la lactancia para sentirse seguros.
Siguiendo con los episodios desconocidos detrás de la lactancia, continuamos con un fenómeno llamado “Alimentación en bloque” o “Cluster feeding”, donde la guagua pide mamar continuamente en un período determinado, pudiendo ser de día o de noche, para luego pasar a una fase de descanso en el que deja de comer por varias horas. Estos episodios no tienen una edad particular en el que ocurren, sino que muchas veces coincide con que la madre tiene una baja producción de leche, sin embargo, esto ayuda a que aumente su producción.
Finalmente tenemos las huelgas de lactancia, estas son complejas de abordar ya que solo se requiere de más cariño y más paciencia. Las huelgas son periodos donde el bebé deja de amamantar abruptamente y sin razón aparente. Esto es difícil de determinar cuando no ha habido cambios. Sin embargo, hay que estar atentos ya que pueden ser desde la incorporación del chupete o mamadera, hasta situaciones de estrés por separación prolongada de la madre, restricción de los horarios de alimentación o bien enfermedades, dolor, obstrucción de las vías respiratorias, entre otros.
Si la reincorporación de la lactancia se torna difícil, es importante mantener la calma, no dejar de lado el contacto piel a piel, que entrega seguridad, calor y estimulación del apetito mediante la secreción de ciertos fluidos por las glándulas areolares (que se encuentran junto al pezón), evitar usar perfumes tanto la madre como el bebé para no confundir las secreciones corporales, buscar un lugar tranquilo, cambiar de posición al amamantar, y por sobretodo, seguir intentando y pedir ayuda si es necesario.
Macarena Arenas Saavedra
Nutricionista y Consejera de lactancia
IG @acopleperfecto