Desde que estaba embarazada, escuché muchas veces frases como “debes usar el coche para salir, no lo tomes tanto en brazos, que no duerma contigo”, y que la gran consecuencia sería el “acostumbramiento” a los brazos de mamá o papá.
Desde la concepción, nuestro cuerpo y cerebro, se modifican y nos preparan para desarrollar y recibir a nuestro bebé. Se propicia el ambiente, todas las hormonas trabajan coordinadas, y nos imaginamos a nuestro hija o hijo en brazos.
El apego, tan estudiado, desde la evidencia actual, nos demuestra que es de vital importancia en el desarrollo físico y emocional de nuestros hijos, y que determinará en gran medida, la capacidad de relacionarse con otros y como enfrentar la vida adulta.
El cómo nos relacionamos con nuestros bebés, va más allá de un simple contacto físico, ya que esa comunicación piel a piel, estimula todos los sentidos y nos permite mantener tranquilo a nuestro bebé.
El porteo ha sido una herramienta fundamental en la crianza; es la forma más natural que tenemos para llevar a nuestros bebés. Mucho se sabe de la gestación, pero después del nacimiento la exterogestación es igual o más importante, por lo que debemos trabajar desde el primer día, la relación que tendrán nuestras hijas e hijos con este mundo nuevo.
El ser humano nace dependiendo de otros para vivir, al igual que muchas especies en el mundo animal. Nosotros como padres y/o cuidadores significativos, debemos satisfacer estas necesidades básicas, y mostrarle, paso a paso, la vida fuera del útero. Al tener ese contacto tan estrecho, sentirá los latidos de mamá, tendrá seguridad emocional, tranquilidad e intimidad, y hará que este proceso sea más fluído, con menos estrés.
El balanceo del porteo estimula el desarrollo cerebral, específicamente el sistema vestibular del equilibrio; al estar en este estado de alerta tranquila, disminuye la sensación de angustia en la niña o niño, por lo que asegura un sueño más reponedor y continúo.
En la posición correcta de porteo, la cual se puede ir adaptando y variando según la edad, favorece el desarrollo de caderas y columna vertebral.
Se han visto beneficios significativos, en bebés prematuros, en donde el portear, estimula la lactancia materna; esta posición vertical, disminuye el riesgo de reflujo y por ende mejora la función digestiva.
Beneficios para quien portea
El porteo no solo tiene beneficios para el bebé, también para el adulto porteador. Esta relación madre/padre-bebé, se fortalece, se estimula la liberación de ocitocina, disminuye el riesgo de depresión post parto. Fortalece musculatura de la espalda, debido a que el peso se distribuye uniformemente, nos vamos adaptando al peso bebé.
Permite que los padres participen más estrechamente en este crianza, estar alertas y responder más rápido a las señales del bebé. El porteo nos deja las manos libres para realizar otras cosas, hay más libertad de movimiento, las salidas al parque o caminatas por la playa son más tranquilas. El porteo permite que vayamos a cualquier lugar, es lo ideal para salir a conocer y recorrer lugares en familia.
Ahora sabemos que el mejor regalo para una amiga que será madre es un fular. El porteo tiene múltiples beneficios, es una forma de criar, es una forma de amar.
Carolina Martínez Fernández
Odontóloga APS/ Mamá de Ornella