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Confesiones de un aspergeriano: Cambio de temporada

  
Recuerdo años atrás, caminando casi todos los días de febrero por la misma calle, el sol de la mañana, el grato aire fresco de verano y por supuesto, la escasa presencia de vehículos así como personas en las veredas. El primero de marzo, cuán surrealista escena, todo cambiaba de manera brusca, montones de autos, camiones y buses se peleaban el escaso cemento gris, las veredas se inundaban de rostros llenos de preocupación y a veces miedo.

         Hace unos meses, un “angelito” robó mi corazón, enseñándome que para mostrarle mi amor debía aprender a ser más flexible y valiente de lo que he soñado. 

            Mas no se trataba de una lección, sino de un desafío a mi mismo, a descubrir quien soy realmente y cuan lejos puedo llegar en pos de una criaturita de escasos meses de vida, porque este primero de marzo fue muy diferente: su madre tenía que volver a trabajar, así que me brinda el honor de apoyarla, prestar ayuda en su casa, cuán comandante de fragata, velando por su sonrisa, su paz, su sueño y mucho más.

            Por supuesto, para una madre no hay mayor terror en la vida que los hijos sufran, por eso, como mencioné antes, este era un acto de honor, una actividad nada de sencilla, más como ella me enseñó: el verdadero amor se prueba en la derrota del egoísmo, en ir descubriendo lo bueno de las nuevas experiencias, porque a veces la vida nos lleva a enfrentar no uno, sino muchos cambios y es en este momento donde uno debe sopesar el valor de lo que se anhela, a fin de adoptar las conductas más adecuadas.

            Por ejemplo: días atrás tenía planeado pagar cuentas, pasar a ver a un amigo y comprar unas cosas. De pronto me piden un importante favor y debo cambiar todo…antes me habría estresado e incluso irritado, pero esta vez era un compromiso que debía cumplir como fuera, así que me fijé bien en cada detalle referente a lo que me solicitaron, luego de aceptar realizarlo de forma instantánea. Para esto era importante tener una postura optimista e incluso alegre que acompañara un nuevo plan, donde los cambios posibles eran numerosos, sin embargo, conforme a como se fue realizando todo, pude ir haciendo lo que deseaba en un principio en el tiempo que me fue sobrando conforme a la cercanía de cada sitio; mejor aun, al final del día no solo logré lo que quería, sino también viví otras gratas experiencias que no había previsto.

            Como aspergeriano, es bien conocido que los cambios nos resultan difíciles, sin embargo, con los años he aprendido que la verdadera gran dificultad surge de la lucha contra estos, cuando queremos algo y no asumimos que esto requiere que cambiemos. Es como intentar encajar las piezas de un puzzle, para que esto ocurra, es necesario que estas tengan una forma que lo permitan, si deseamos obtener algo es importante que cumplamos las características que esto requiere, sino todos nuestros deseos serian sencillos de hacer realidad.

            Como parte esencial de estos procesos uno de los factores determinantes fue eliminar la irritabilidad, aceptar las cosas como son sin dejar que estas me lleven a perder el control, como bien canta Southside Johnny: “Lo que nace en ira termina en vergüenza” (*a) por ejemplo, voy al registro civil con alguien y se da un incidente tan ridículo como evitable que enciende su ira, a fin de calmarlo le dije en palabras semitextuales: “no sacas nada con enojarte con el funcionario, muchas veces el sistema está mal y al encargado no le interesa arreglarlo o sencillamente no tiene tiempo, al final son los que atienden los que reciben la molestia por algo que no les compete, y para peor, llegarás molesto a tu casa afectando a tu familia”. Sé que una de las cosas mas desagradables es cuando las circunstancias salen mal porque hay gente que no les interesa hacerlas bien, pero la rabia no ayuda a mejorarla, pero si lo puede hacer una actitud amable y respetuosa, como una llave puesta en el cerrojo, forzarla solo hará que se dañe, tratarla con mucho cuidado permitirá que la puerta sea abierta.

            Como ya lo he dicho con anterioridad ya no me “trago” la frase de Anthony de Melo: “cambie yo para que cambie el mundo”, los cambios siempre van a llegar de alguna forma y en distinta medida, nada queda igual, lo importante es a donde los orientamos, como usamos este proceso. En mi caso lo mas importante es honrar a este pequeño “angelito” y a su familia, ser digno del cariño que me dan, y por supuesto las grandes lecciones.

            Por eso la actitud optimista, debe estar arraigada en una visión realista de las cosas. Citando una recomendable canción de Collective Soul: “Camino a lo alto y me paro en el borde para ver mi mundo hacia abajo, y me río de mi mismo, mientras las lágrimas que caen porque es el mundo que conozco” (*b). Con esto quiero decir que, es muy importante ver desde lo alto, tener una perspectiva amplia, desligada del sentido negativo e incluso, ocasionalmente emocional, amparado en el aspecto constructivo, en la benignidad que debe mover nuestros actos, lo que implica apartarnos de nuestro egoísmo, es en eso momento donde fluye el amor verdadero.

            Siempre me han dicho que cuando uno ama de verdad esta dispuesto a lo que parece imposible por el ser amado afrontando las consecuencias, tal como lo menciona cierta parte del “buen libro”: “El amor todo lo sufre… todo lo soporta” (*c). Por eso, es muy fácil decir que amamos a alguien pero son nuestros actos los que deben hablar, es algo que los padres saben muy bien ya que muchos de ellos lo dan todo por sus hijos, más lo hacen de manera racional buscando lo que es mas adecuado, que muchas veces no es lo que ellos quieren sino lo que los ayuda a crecer.

            Este conocimiento y perspectiva amplia, que acompaña a la actitud optimista, además requiere un orden en las acciones, establecer las prioridades para impedir que la abundancia de actividades nos abrumen generando estrés, es aquí donde lo antes mencionado cumple un rol preponderante y no consiste en contar hasta diez, sino aprender poner “cada situación en su lugar”, buscando o incluso inventando el lado bueno y/o “salida”.

            Llega marzo y todo cambia, pero esa no es la verdad, ya todo ha cambiado, hace mucho tiempo que las hojas de otoño pasaron por nuestros pensamientos, el calor del verano se alejó, mientras el sol cada vez mas distante retoma su lugar en nuestros corazones que es donde siempre debe brillar, allí se mece una cuna, una donde la inocencia se mueve al compás de un arrullo lleno de esperanza que nos dice que no apaguemos la dicha, no dejemos el baile de las estaciones marcharse a las penumbras, el niño debe seguir su danza para que la tierra no lo arrastre con cada giro y así nuestras manos sigan tomadas por siempre del primer beso de la eternidad.

 

 

*a – Under The Sun

*b – The World I Know

*c – 1 Corintios 13: 7

JC

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