Muchas familias han tenido que enfrentarse a la muerte repentina de algún cercano y lo que más complica, muchas veces, es cómo comunicarle este tipo de noticias a los niños y niñas.
Soledad Casal, psicóloga experta en psicodiagnóstico y atención temprana, Máster de la psicología de la salud, de la red de colegios Cognita, recomienda hablarlo con ellos “cuando la muerte del familiar se ha producido, no demorar la noticia y decirles lo que ha ocurrido en un lenguaje sencillo y claro para que no se generen ideas confusas, como cuando se usan los eufemismos “se ha ido” o “está dormido””.
Soledad explica que, en ese sentido, lo mejor es que las personas más cercanas del menor se lo comuniquen con dulzura, afecto y sinceridad, evitando el miedo y enfatizando que hay que estar “muy enfermo, muy grave” para que suceda algo así, para que cuando alguien se enferme, no crea que va a morir. Y es que “los niños no deben ser excluidos de la realidad que viven, lo adecuado es que se les informe y que ellos elijan si desean o no participar y de qué manera” dice la especialista, quien además entrega algunos consejos para ayudar a padres y docentes a gestionar las emociones en el momento del duelo.
• Deja que exprese sus sentimientos (rabia, ira, tristeza, impotencia, etc.). Si preguntan por circunstancias de la muerte, responderlas, evitando detalles dolorosos o innecesarios. Estar pendiente de su reacción emocional, acogerla y validarla.
• Pasados los primeros momentos del impacto y la expresión inicial del mismo, ofrecer otras alternativas que ayuden al niño a canalizar su dolor, por ejemplo: hacer un dibujo, escribir una carta, explicar por escrito cómo se siente, escribir un cuento sobre lo ocurrido, etc.
• No cortar la expresión del niño con frases como: “tienes que ser fuerte”, “no llores”, “no está bien enojarse así”, etc.
• Validar su emoción y expresión de sus sentimientos: “para mí también está siendo difícil”, “es normal llorar/enojarse/asustarse, yo también he llorado/me he enojado /asustado al enterarme”, etc.
• No ocultar los sentimientos en su presencia, para que sepa que lo normal cuando muere un ser querido, es estar triste y es necesario llorar como forma de desahogarse. Al mismo tiempo, tener cuidado de no desbordarse y poder seguir sosteniéndole. Si los padres están muy afectados, es necesario que pidan ayuda profesional.
Conductas esperables en los primeros momentos
• Volver a hacer cosas que ya tenían superadas, tales como: no querer dormir sol@ y/o con la luz encendida, no controlar esfínter, chuparse el dedo, volver a gatear, mostrar miedo ante los desconocidos, etc.
• Cambios en su comportamiento y estado de ánimo: mostrar irritabilidad, agresividad, tristeza, falta de interés por cosas o situaciones que eran de su agrado (jugar, ir al colegio, etc.), reclamar más atención y cariño, tener pesadillas o problemas con el sueño, etc.
• Reacciones y síntomas físicos como: perder el apetito, náuseas y/o vómitos, comer en exceso, dolores de estómago o de cabeza, cansancio, sentirse enfermo.
• Algunos niños vuelven a jugar como si nada hubiese ocurrido. Incluso no quieren que se les hable del tema. En estos casos, se les puede decir, por ejemplo, “Cuando quieras hablar de lo ocurrido, estaré aquí”.
• Otros mostrarán una preocupación continua por lo ocurrido, llegando en ocasiones a ser excesiva y obsesiva. En estos casos, se puede, por ejemplo, facilitar expresión del miedo y preocupación, acompañar la emoción y luego, usar otras técnicas que les ayuden a regularse y sean más adaptativas.