Aunque el gran secreto de la crianza es que ninguna madre o padre sabe lo que está haciendo (aprendemos a medida que avanzamos), se puede sentir como que algunas personas lo hacen realmente bien. Pueden ser las familias que suben fotos donde todos se ven felices, o las mamás que llegan a dejar a los niños al colegio por las mañanas muy compuestas y tranquilas. A veces es difícil sentirte cómoda cuando sientes que todos los demás lo están haciendo mejor.
No necesitas decirnos que ser madre es realmente difícil. Incluso en los días buenos, en las mejores circunstancias, en esos mágicos momentos en que todos están sonrientes y felices. Pero jugar a las comparaciones es una respuesta biológica natural y acá una psicóloga te puede ayudar a comprender esas emociones.
Culpa a tu cerebro
“Nuestros cerebros están preparados para incentivar que nos comparemos con personas que son similares a nosotras de alguna manera”, explica Terri Bacow, Ph.D., psicóloga, y autora del libro Adiós ansiedad: un diario guiado para superar la preocupación. “Los psicólogos sociales creen que tenemos una motivación innata de autoevaluación. Eso quiere decir que miramos a las personas como una forma de evaluar cómo lo estamos haciendo – es difícil para nosotros conseguir información sobre nosotros mismos sin compararnos con otras personas”.
De acuerdo a Bacow, el problema es que este proceso interno no es muy confiable y nos puede llevar a hacer comparaciones injustas con información limitada, lo que hace que nos sintamos mal con nosotros mismos.
El sabotaje de las redes sociales
Probablemente tampoco necesitas que te digamos que las redes sociales hacen las cosas peores. No solo están impactando la autoestima de niñas y niños de todas las edades, mucho tiempo en línea le hace mal a tu salud mental: puede generar ansiedad, depresión y sensación de soledad.
“Compararnos con otras personas (en términos de cómo nos vemos, o nuestra inteligencia, popularidad o actividades) se ha disparado con el avance de las redes sociales”, explica Bacow. “Es fácil concluir que tus pares y conocidos están logrando muchas más cosas que tú cuando solo postean los mejores momentos y pareciera que están viviendo la mejor de las vidas todos los días”.
Y a pesar de que sabes esto, Bacow reitera que las redes sociales se componen de contenido muy cuidado que tiene como objetivo generar emociones, por lo tanto, es normal que las tengas. Pero las fotos y los videos cortos no muestran el panorama completo. “No vemos los vuelos retrasados en las vacaciones, las maletas perdidas, las peleas de los niños o las intoxicaciones alimentarias”, comenta la psicóloga. “Entonces es muy fácil concluir que están viviendo una vida maravillosa”.
Esa vida de madre
Bacow explica que nuestra “cultura de la perfección” puede hacer que las madres se sientan muy vulnerables a las comparaciones y la presión de “hacer las cosas bien”. Además, las madres están sujetas a juicios constantes por parte de sus amigos, familia y otras madres.
En ese sentido, ver a otras madres en redes sociales preparando comida orgánica en casa o manteniendo la lactancia por más de dos años o inscribiendo a sus niños en muchas actividades académicas, es fácil que sientas que no estás haciendo lo suficiente.
Cómo detener las comparaciones
Ya que es natural compararte con otras personas, Bacow enfatiza la importancia de recordarte que lo estás haciendo mucho mejor de lo que crees, especialmente cuando aparecen sentimientos negativos.
El contexto es todo, y en generalmente es exactamente lo que falta en las imágenes editadas que vemos en redes sociales. Cuando se trata de con quiénes te estás comparando, la psicóloga sugiere que te preguntes: “¿En realidad lo tienen todo bajo control? ¿Qué más puede estar suciendo? ¿Es confiable la fuente en la que estás basando tu comparación?”
Un consejo final cuando sientas que todo lo demás ha fallado: Enfócate en ti misma y considera tus fortalezas – incluyendo todas las maneras en que eres una mamá increíble. Lo estás haciendo bien.
Este texto es una traducción y adaptación de Supermadre, el texto original completo lo encuentras aquí y fue escrito para Scary Mommy por Arielle Tschinkel.