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Carta de una madre a su hija en el Día de la Niña

Desde que supe que de mi nacería una niña, el mundo empezó a cambiar. Tenía la certeza que nuestra conexión sería inmediata, prometí cuidarte y guiarte. Ya nada sería lo mismo, porque  caminaríamos juntas de la mano.

Aún recuerdo la primera vez que vi tus ojos, te acercaron a mi y te calmaste. Eras tan pequeña e indefensa; yo estaba llena de miedos y dudas, pero al sentir tu corazón adquirí el valor necesario y te dije que todo estaría bien.

Desde que empezamos este camino de la maternidad, todos los días aprendo cosas nuevas,  y agradezco el que me hayas elegido como tu mamá. Me has enseñado tanto, que no imagino mi vida sin ti.  

Los primeros meses fueron una montaña rusa, el puerperio es duro, nadie te lo cuenta, pero se tiene que vivir y se aprende de mucho de él;  cuando me sentía angustiada y sobrepasada, el solo ver tus ojos, y tu calma al tomarte en brazos, me hacían olvidarme de todo y pensar que entregaría lo mejor de mi en tu crianza.

La mejor decisión que he tomado fue tomarte en brazos cada vez que lo creíamos necesario, sin escuchar frases del tipo: “la acostumbrarás a los brazos”, que “duerma sola en su pieza desde chica”. Eso reforzó nuestra relación,  ese apego del que de tanto leí y opiné, antes de tu nacimiento. Hoy tengo la certeza que cada madre hace lo que considera correcto para sus hijos, porque siempre buscamos el bienestar, criar niñas y niños felices.

Has vivido cada etapa sin presiones, aprendí que cada niña y niño tiene sus tiempos, para que apurarte si solo querías gatear y no estabas preparada para caminar. Que los 2 años no es una edad límite para usar pañales, que los dejarías sola y que me dirías “Soy una niña grande, ya no uso más pañales”.

Lo complicado ha sido decirte que no se puede obtener todo lo que quieras, aunque me muera por darte el gusto en todo; he aprendido a poner límites con amor, acompañarte y contenerte en tus pataletas, explicarte que  nos tenemos que ir a la casa y que mañana será otro día para ir al parque y tomarnos un helado.

Quiero que sepas que con tu papá, estamos actuando de la mejor de la manera posible, para que el mundo que te vea crecer sea el más adecuado para ti; tratamos de entregarte las herramientas para que enfrentes los desafíos con convicción, y que si quieres cumplir tus sueños, debes trabajar por ellos.

Estaremos ahí cuando triunfes y cuando tropieces, sin juzgar e incondicionalmente, cuando veamos algo que no sea bueno para ti, tendremos la valentía de expresar nuestra opinión y aconsejarte de la mejor manera.

Cuando seas una mujer indepediente y empoderada y decidas tomar otros rumbos, con el dolor de mi corazón quizás, te acompañaré y apoyaré en las decisiones que tomes.

Estaré siempre ahí por ti y para ti…

Carolina Martínez Fernández

Mamá de Ornella

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