“Los niños con alto riesgo de contraer asma carecen de importantes bacterias intestinales en sus primeros meses de vida”, según divulgó un estudio que ayuda a entender por qué en los países desarrollados hay más niños asmáticos.
Y es que los casos de asma han aumentado notoriamente desde los años ’50, en particular en los países occidentales, donde más del 20% de los niños padece esta enfermedad crónica que produce respiración sibilante, tos y dificultad para respirar. Por el contrario, en las naciones en vías de desarrollo, este mal no ha proliferado.
Se cree que esta diferencia se explica por factores ambientales y la vida moderna: los países desarrollados tienen mayores tasas de nacimientos por cesárea, los bebés se alimentan con más complementos que con leche materna y se consumen demasiados antibióticos, por ejemplo.
Si bien los científicos no tienen ahora una respuesta definitiva, el hallazgo publicado en la revista Science Translational Medicine identificó por primera vez cuatro bacterias específicas que parecen proteger al sistema inmunológico del asma: Faecalibacterium, Lachnospira, Veillonella y Rothia.
“Esta investigación sostiene la hipótesis de la higiene, según la cual estamos convirtiendo nuestro entorno en un lugar demasiado limpio”, explicó el coautor del estudio Brett Finlay, profesor de microbiología e inmunología de la universidad de British Columbia.
“Muestra que las bacterias tienen un papel importante en el asma, aunque esto ocurre en una etapa temprana de la vida, cuando el sistema inmunológico del bebé se está desarrollando”.
El estudio involucró más de 300 niños, cuyas muestras de heces fueron examinadas a los tres meses de nacidos y después de un año. Las muestras revelaron que los bebés de tres meses con mayor riesgo de asma registraban niveles bajos de las cuatro bacterias intestinales. Cuando se estudiaron las muestras fecales de los bebés de un año, se registraron menos diferencias. Esto sugiere que los primeros 100 días de vida son muy importantes en el desarrollo del sistema inmunológico de los pequeños.
Con el paso de los años, los científicos rastrearon a 22 de los niños con poca diversidad bacteriana y ocho de ellos desarrollaron asma. El resto tiene más riesgo de padecer asma que los demás niños del estudio. Ninguno de ellos fue tratado con antibióticos, lo que descarta este fármaco como la causa de una menor flora bacteriana.
Por ahora, “esta investigación enfatiza que debemos revisitar nuestra relación con las bacterias”, dijo otro coautor del estudio, Stuart Turvey, médico del hospital de niños de British Columbia.
Equipo Súper Madre.