¿ Apego paterno? Estamos acostumbrados a asociar la palabra apego a la madre, pero hay ocasiones en las cuales no es posible que la madre pueda hacerse cargo del recién nacido, ¿cuál puede ser el rol del padre en el apego?
Antes del nacimiento de nuestra hija estuvimos casi un mes completo entrando y saliendo de la clínica por contracciones y síntomas de parto prematuro, varios días de hospitalización, maduración pulmonar y pasar momentos tal vez un poco tensos y de incertidumbre frente a lo que podría pasar.
Hablamos con nuestro obstetra, con el cual quedamos de acuerdo que si ocurrían contracciones después de la semana 36 dejaríamos que la naturaleza siguiera con el curso natural. Sólo 2 días después de cumplir 36 semanas de embarazo mi esposa comenzó con contracciones a medianoche, muchas veces había pasado que tenía contracciones que cedían en forma espontánea antes de una hora, pero esta vez no fue así. Esperamos algo más de 2 horas pero seguían, por lo que acudimos a la clínica de acuerdo a lo que habíamos convenido con nuestro doctor. A la llegada nos recibió una de las matronas que ya nos conocía, llevábamos semanas conociendo a todo el equipo de maternidad de la clínica.
Luego de realizar un monitoreo, nuestra matrona se comunicó con el obstetra, pasaríamos la noche en la sala de pre parto esperando que la naturaleza siguiera su curso, eso sí, con analgesia porque las contracciones eran muy dolorosas. Estuvimos toda la noche así, pero no había ningún avance y las contracciones eran cada vez más dolorosas. Finalmente tomamos una decisión en conjunto con nuestro obstetra y decidimos que sería una cesárea con apego. Se coordinó todo con la pediatra que habíamos elegido y nuestro obstetra llamó a un anestesista de su confianza.
Lo que siguió posteriormente era lo que no esperábamos: el anestesista le puso anestesia regional a mi esposa, pero nada pasaba, seguía con dolor y sensibilidad como si no hubiese pasado nada, por lo que hubo que darle anestesia general.
En ese momento todo lo que habíamos planificado ya no podría realizarse, no sería un parto ni tampoco una cesárea con apego ya que mi esposa estaría dormida durante el procedimiento y luego tendría que ir a recuperación.
La cirugía no tuvo ningún incidente, mi hija nació en muy buenas condiciones, siempre junto nuestra matrona (que nos acompañó durante todo el proceso), y a la pediatra que dio el visto bueno para que pudiéramos hacer apego….
…pero con el padre.
Mi esposa seguía en pabellón, anestesiada y con el equipo médico a cargo de ella. Yo por mi parte figuraba con mi hija al pecho, abrazándola y diciéndole las palabras que su madre no podía darle en ese momento. En algún momento comenzó a quejarse, pero al escuchar mi voz se calmó rápidamente, estuvo en mi pecho todo el tiempo, abrigada y arropada porque le costaba lograr mantener la temperatura de su cuerpo. Me dijeron que si no lograba termo regular, debía pasar a incubadora (lo que era una posibilidad que ya sabíamos que podía ocurrir), afortunadamente no fue necesario, logró regular temperatura acoplándose a mi cuerpo. Durante esas horas pude ver como mi hija abría sus ojos por primera vez, vi sus intentos de poder mamar … mi dedo (y que por razones obvias no pudo hacer) y compartí los primeros momentos de su vida, una experiencia que habitualmente viven las mujeres.
Al salir de recuperación mi esposa continuó lo que yo comencé (y le dio de mamar), pero aunque esté en brazos de su madre prácticamente todo el tiempo, lo que más la tranquiliza es el sonido de mi voz.
Dr. Juan Eduardo Donoso