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Ansiedad infantil: ¿cómo ayudar a los niños y niñas a lidiar con esto?

Los seres humanos experimentamos muchas emociones. Existen unas muy agradables de sentir y otras que pueden llegar a ser bastante displacenteras y por eso han sido mal llamadas “emociones negativas” por mucho tiempo.

Pero detengámonos en este punto, que no sea agradable de sentir no quiere decir que sea negativo para mí, esa emoción me habla y tengo que escucharla, saber qué me dice, de qué me cuida, de qué me aleja etc.

La realidad es que las emociones son eso, simplemente emociones. No son “buenas” ni “malas”, ya que cada una de ellas tiene una función para nuestro cuerpo y mente. Dentro de estas mal llamadas “emociones negativas”, podemos encontrar: la tristeza, la ansiedad, el miedo, la frustración, la rabia, entre otras.

Solo cuando sé que emoción estoy sintiendo y me permito sentirla, podré realmente manejarla y actuar de la mejor manera posible. Es por esto, que cuando aparece una emoción es muy importante darnos el espacio para realmente sentirla, y evitar evadirla o cambiar el foco para hacer como si no estuviera.

¿Cómo ayudar a los niños y niñas a lidiar con la ansiedad?

Me quiero detener a analizar la ansiedad, porque ha sido una de las emociones predominantes en la pandemia.

Si buscamos la definición de ansiedad según la RAE:

1. f. Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

2. f. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.

Sin embargo, esta definición nos queda corta para entender la ansiedad en toda su magnitud. Sobre todo a la hora de intentar ayudar a los niños, niñas y adolescentes a lidiar con ella. Y es que si queremos ayudarlos, necesitamos saber algunas cosas al respecto:

En primer lugar, sentir ansiedad está bien, ya que esta cumple una función en nuestro organismo, nos mantiene en un estado de alerta que suele ocurrir frente a lo desconocido, como entrar al colegio, a la universidad, cambios de trabajo, incluso las vacaciones o ir por primera vez a la casa de un amig@ cuando somos pequeñ@s.

La ansiedad prepara a nuestro organismo para luchar o para huir al detectar un peligro. El problema de la ansiedad es que a veces aparece cuando no es necesario que estemos en alerta y además nos mantenemos en este estado de modo constante. Pueden aparecer miedos a cosas que antes no nos asustaban, puede venir con alteraciones en nuestro apetito, como sentir la necesidad de comer, porque sentimos “hambre” que no es real. También podemos presentar alteraciones en el sueño como dificultades para quedarnos dormidos.

En el caso que alguien se sienta en este estado de manera constante, donde se vea alterada la calidad de vida, es conveniente consultar a un especialista. Recordemos que la salud mental es igual de importante que la salud física. Y los trastornos de ansiedad que no son tratados en la infancia, pueden acarrear dificultades mayores durante la adolescencia y la adultez.

¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando hay ansiedad?

Se activa una pequeña zona llamada amígdala que hace que ocurran cosas en nuestro cuerpo como, generar cambios en la circulación sanguínea, dilatación de las pupilas, lo que nos puede hacer sentir mareo o ver borroso, puede haber dolor de estómago, porque se detiene la digestión (recordémonos que la amígdala al activarse prepara a nuestro organismo para atacar o huir).

Podríamos decir que la amígdala nos cuida del peligro, pero a veces se activa sin necesidad y de forma involuntaria. Por eso es tan importante buscar ayuda profesional cuando esto ocurre, porque empezamos a evitar cosas que para nosotros son importantes, por ejemplo: hablar en público en una reunión social, cuando queremos conocer gente o cuando tenemos que hacer una presentación de un tema que nos apasiona. También podemos dejar de ir a algún lugar que no conocemos dónde irán nuestras amistades, etc.

Cuando dejamos de hacer cosas que nos gustan o nos interesan por miedo, quiere decir que nos ganó la amígdala.
Les recomiendo ver el capítulo 3 de la mini serie “La mente en pocas palabras” en Netflix, que explica muy bien de qué se trata la ansiedad.

Tips para ayudar a los niños y niñas:

1)     Conversen sobre las emociones:

Hay muchos cuentos que hablan de emociones y que nos pueden ayudar en esta tarea de una forma más lúdica. Es importante que esto lo hagamos cuando nuestros niños se encuentren tranquilos y no cuando están con una pataleta o muy enojados. Recomiendo  “El monstruo de colores” para niños preescolares y el libro  “Un montón de sentimientos”, para niños más grandes.

2)    Ayúdales a poner en palabras lo que sienten

Lo ideal es comenzar a hacer este ejercicio desde que son pequeños. Un ejemplo sería decirles: “yo sé que tienes pena porque el papá se fue”; o “yo sé que tienes rabia porque no te compré el juguete”. Y si no estamos seguros de lo que están sintiendo les podemos decir “no estoy segura de lo que sientes, pero me parece que te enojaste (o que te asustaste, etc.), ¿será eso?”

3)      Predica con el ejemplo

Es importante que nosotros hablemos de nuestras emociones, sobre todo aquellas que son evidentes para los niños y niñas. Porque la realidad es que las mamás y los papás también nos cansamos, enojamos y estamos tristes, entre otras cosas. Cuando nos sintamos así y cuando nos demos cuenta de que nuestra actitud cambió, expresémoslo.

Por ejemplo, una vez la mamá de un paciente me dijo que ya estaba cansada de guardarse la pena después de la separación, y le pregunté ¿por qué tenía que guardársela? Y me dijo que era para no preocupar a los niños.

Muchas veces los adultos hacemos esto, pero deben saber que los niños y niñas nos están viendo todo el tiempo, ven cómo nos sentimos, escuchan y sienten cosas distintas cuando nosotros no estamos actuando de la forma habitual.

Entonces es mucho más sano para ellos que le pongamos nombre a lo que nos tiene actuando de manera diferente. El saber que algo pasa, que mi mamá está “rara” es mucho más angustiante que verle unas lágrimas caer sobre su mejilla. Ojo que no estoy diciendo que llores con tus hijes como si estuvieras con tu mejor amiga, no se trata de eso, se trata de mostrar con el ejemplo que uno puede expresar lo que siente, que es seguro expresarlo y que no pasa nada malo al hacerlo con las personas correctas. Y además, les estamos enseñando que ponerle nombre y expresar lo que estoy sintiendo, siempre trae un alivio.

4)     Intenta buscar la causa

En el caso de la ansiedad específicamente, antes de hacer algo para dejar de sentirla o para que se vaya, necesitamos determinar cuál es la causa. Si no detectamos la causa y hacemos algo desde ahí, la ansiedad se va a mantener y es probable que aparezcan otros síntomas.

Hay un cuento que he usado mucho con mis pacientes preescolares y con mi hijo durante la pandemia se llama “Mi amigo miedin” y explica muy bien qué es la ansiedad y además tiene algunos ejercicios sencillos para que realicen junto a un adulto. Este cuento lo escribió la psicóloga Catalina Sotomayor.

Es importante que ayudemos a los niños y niñas a detectar qué es lo que gatilla su ansiedad, no obligarlos a enfrentar estos miedos solos, necesitamos acompañarlos de manera amorosa y respetuosa. Y si esto no nos resulta es importante pedir ayuda.

Carolina Musso

Psicóloga y mamá

@ps.carolina.musso

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